Columna


Los inocentes

CARMELO DUEÑAS CASTELL

28 de diciembre de 2016 12:00 AM

Para el diccionario, inocente significa, entre otras: libre de culpa; sin malicia, fácil de engañar; que no daña, que no es nocivo. Ignorancia e inocencia implican falta de conocimiento. Sin embargo, el primero es un término peyorativo; el segundo es algo positivo pues lleva implícito la ausencia de maldad.

Hoy se conmemora la matanza, ocurrida hace más de dos milenios, de los inocentes niños menores de dos años nacidos en Belén. La orden provino de Herodes para evitar que se cumpliera lo anunciado por los Reyes Magos sobre el futuro Rey de los Judíos.

Dicen que en la carnicería fallecieron unos 14.000 niños. La autenticidad de esta matanza ha sido seriamente cuestionada. No hay referencia o registro diferente a lo anotado por uno de los cuatro evangelistas. Un historiador acucioso, Flavio Josefo, casi contemporáneo, describió todas las crueldades de Herodes menos esta. Fuera de la fe, el único argumento esgrimido para revalidar esta matanza es que Herodes era capaz de semejante maldad y de mucho más. En todo caso, siglos después, Rubens pintó dos cuadros de “la masacre de los inocentes”. En claroscuro las escenas son dramáticas y reflejan el odio y el dolor de asesinos, madres e hijos en una policromía.

En la Edad Media había una celebración pagana denominada “la fiesta de los locos”. Ese día todo estaba permitido y, pasara lo que pasara, no había culpables, todos eran inocentes. Festejos pletóricos de lujuria y total desenfreno. Como en otros casos, la Iglesia católica decidió hacer coincidir la celebración popular con la conmemoración de la matanza de los inocentes y así calmar las excentricidades y los desenfrenados festejos, transformándolos en una celebración religiosa e inocente.

Como quiera que haya sido, hasta hace poco, en este día se hacían bromas, algunas pesadas, preparadas con gran minuciosidad, luego de las cuales se le advertía a la víctima que era una inocentada: inocente mariposa, pásala por inocente, etc. Los periódicos hacían ediciones especiales con noticias fantásticas, inventadas. Hoy todo eso casi es imposible pues la exacerbada sensibilidad imperante hace que cualquier broma inocente genere tal escozor que haya exageradas, agresivas y violentas reacciones.

Todos somos testigos de la hermosa inocencia de los niños. Carentes de malicia, de segundas intenciones, de falsas posturas

Nacida con nosotros, la inocencia se ve interrumpida, dramáticamente por la vida y por el mundo. Lo peor es que esta inocencia perdida ocurre cada vez a más temprana edad. Casi tan doloroso como la masacre de los inocentes es el diario homicidio de nuestra inocencia.

Algunos escépticos creen absurdo seguir creyendo en políticos y dirigentes que, además de tantas cosas, se han robado nuestra preciosa inocencia.

*Profesor Universidad de Cartagena

CARMELO DUEÑAS*
crdc2001@gmail.com

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