Columna


Los nombres de la muerte

ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA

23 de julio de 2014 12:02 AM

La memoria histórica es bastante difícil en Cartagena. Los cartageneros no revivimos nuestra historia ni nos preocupamos por ejercer una reflexión crítica sobre aquellos acontecimientos que hoy consideramos como las grandes hazañas de nuestro pueblo. Simplemente decimos aquí murió fulano, acá peleamos con los españoles, allá estaban los esclavos, esta era tal plaza, etc. Despojamos cada suceso histórico de su carga empírica y los recordamos sin aprender nada de ellos: por eso es que los homenajes que le hacemos al pasado hoy nos saben a nada.

Es así como fundamos barrios con nombres de fechas especiales y les llamamos 20 de Julio en honor a la primera independencia nacional, 7 de Agosto en conmemoración a la batalla de Boyacá y 11 de Noviembre por la independencia de la ciudad. Todo esto para que cuando lleguen julio, agosto y noviembre aquellos barrios se transformen en vecindarios sangrientos que reportan, como mínimo, un muerto y varios heridos en la noche de los festejos. Si no creen, miren las noticias del pasado domingo donde un hombre fue asesinado por un disparo durante una riña en el barrio 20 de Julio o pregúntenle a los médicos de los hospitales para qué fecha se están preparando y ellos responderán que para el 7 de agosto, día en el que se espera que en el barrio 7 de Agosto se formen peleas.

Nosotros creemos en la patria tal como los sicarios creen en la Virgen, para que ésta les dirija las balas. Si la selección nacional de fútbol gana un partido en el Mundial entonces nos matamos (literalmente) celebrando, si llegó noviembre y vamos a gozar de las Fiestas de la independencia algún muerto aparece en los días siguientes, si la fundación de nuestro barrio coincide con la fecha de una batalla histórica esa misma noche nos destripamos festejando.

Está comprobado que no sabemos celebrar en cuestiones que tengan que ver con la patria, y es por eso que en Colombia todos los patriotas somos pájaros descalabrados.

Esas son las razones por las que debería estar prohibido que los barrios lleven nombres de fechas históricas relevantes: porque el concepto de patria dejó de significar algo para nosotros y ya no nos suscita ningún valor, es sólo una excusa que nos impulsa al odio y al olvido.

Claro que esto no es una verdadera solución, pues en el fondo, todos sabemos que la inseguridad y la violencia de la ciudad obedecen a conflictos socioeconómicos más profundos que el alcalde de ahora y las demás autoridades competentes no han podido resolver. Sin embargo, tal vez así nos evitemos tanta riña y tanta muerte cuando por obra del tiempo a algunos vecinos se les ocurra celebrar a tiros la Batalla de Boyacá o la Independencia de Colombia.

*Estudiante de literatura de la Universidad de Cartagena

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