Columna


Los nuevos victimarios

ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA

06 de diciembre de 2017 12:00 AM

Es de sentido común pensar que a medida que vayan cesando los disparos y las bombas, y se vaya logrando un diálogo de paz con los distintos grupos guerrilleros de Colombia, las víctimas del conflicto armado tengan, cada vez más, una participación política amparada por el Estado. Es lo más sensato: confiar en que las bases del posconflicto comienzan con el empoderamiento de quienes fueron silenciados durante la guerra.

Por desgracia, una parte del Congreso de la República ignora por completo lo que es el sentido común. Ese es el motivo por el cual están en duda las 16 Circunscripciones Especiales para la Paz que se pactaron en el Acuerdo de La Habana y que son, en el fondo, una medida de reparación colectiva a las poblaciones que han sufrido por más de medio siglo el plomo imperativo de los fusiles.

La idea con estas circunscripciones consiste en otorgarles a las víctimas de la violencia 16 curules en la Cámara de Representantes, logrando así una pequeña participación política negada durante décadas en los territorios más marginados del país en donde la democracia es solo un fantasma de paso, un sistema que se pierde en el camino.

Sin embargo, para algunos senadores estas circunscripciones son la oportunidad perfecta que tendrían las FARC para colarse en el Congreso, pues están convencidos de que esta ex guerrilla –hoy grupo político– manipula a su antojo la gente que vive en las zonas afectadas por la guerra. Seré franco con esto: hay que ser muy ruin, estar relleno de pies a cabeza con la ceniza sucia de la infamia, para creer que las víctimas del conflicto armado en Colombia son alfiles de las FARC.

La paranoia del castrochavismo les ha fundido el cerebro y quizás también el corazón. El uribismo y la extrema derecha, con sus políticos cínicos y sus ficciones enfermizas, se están convirtiendo en los nuevos verdugos de las víctimas. A estas alturas, luego de tanta sangre, tanta tierra despojada, tanto desplazado y tanto muerto, resulta inconcebible que a las personas que lo han perdido todo por culpa de las guerrillas, los paramilitares y el ejército, las quieran tratar ahora como exguerrilleros encubiertos. Esta especie de estigmatización recuerda a esos poblados inocentes que fueron objeto de masacres porque los consideraban ayudantes de ‘paracos’ o guerrilleros.

Ojalá en las próximas elecciones los colombianos sepamos castigar con el voto a estos nuevos victimarios que, sin un fusil en el hombro, continúan disparando su vergonzosa munición de mentiras y discriminación contra la honra de las víctimas.

*Escritor.

ORLANDO OLIVEROS ACOSTA*
@orlandojoseoa

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