En edición reciente, Semana destaca varias empresas por su compromiso ambiental. Una es Ecopetrol, presentada como defensora del agua, con programas de reforestación y cuidado de cuencas. Según la revista, por un mejor país, la empresa se empeña en demostrar que el agua y el petróleo pueden convivir y que sus actividades no secan acuíferos ni contaminan cuerpos de agua.
Ecopetrol es fundamental para la economía de un país extractivista como este. Pero es inaceptable que digan como ovejitas indefensas que con estas pequeñas acciones puntuales hacen un mejor país.
Y los periodistas escuchan, no procesan, y escriben tales maravillas. La realidad no es esa. Volvemos a lo mismo, si esta empresa trabajara por el país, nunca hubiese pasado el desfalco de la refinería.
Los colombianos, dueños de Ecopetrol, no nos conformamos con siembra de árboles y palabras fotosintéticas, queremos que aparezca la plata y que los responsables estén en la cárcel y no en majestuosos cargos públicos. En este sentido los medios de comunicación deben apoyar, sin cortinas de humo.
No sirve de nada mimetizarse de verde si tres generaciones de colombianos deben nacer para terminar de pagar la deuda de la refinería. Una décima parte de la plata perdida serviría para reubicar buena parte de los asentamientos en La Popa, amenazados con ser sepultados por las lluvias, alcanzando además para reforestarla. Eso es trabajar por un mejor país, con coherencia ambiental.
Pero concomitante al aporte a la pobreza nacional hecho por la empresa con ese negocio, arrastra problemas ambientales inocultables.
En Casanare la crisis del agua tocó fondo en Paz de Ariporo; en Putumayo la Corte Constitucional ordenó no explotar crudo porque afecta fuentes hídricas en la comunidad indígena Awá; en Barrancabermeja, cerca de la refinería, los sedimentos del Magdalena están entre los dos más tóxicos de todo el río, según la tesis de doctorado en Toxicología Ambiental de Lesly Tejeda, Docente de la Udecé; y en los sedimentos de la bahía de Cartagena, frente a la refinería, hay considerables hidrocarburos aromáticos polinucleares, cancerígenos, por mencionar algunos ejemplos. Para rematar, lo anterior puede ser un juego de niños ahora que inicien el fracking.
Yo no menos importante, nadie sabe la cantidad, ni la naturaleza de los gases liberados por la megachimenea de la nueva refinería. A las autoridades ambientales les importa poco, pero quienes vivimos aquí respiramos esas emisiones. ¿Y entonces lo verde es apenas el color de la iguana o una forma de enmascarar el gris de la contaminación?
*Profesor
@joliverov
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