Los colombianos recordarán cuando el presidente Santos, de acérrimo crítico del “Presidente Eterno”, Hugo Chávez (QEPD), lo convirtió en el nuevo y mejor amigo. El “Comandante eterno” con metástasis de egolatría, recibió complacido la profesión de amistad, lo que atizó sus delirios de grandeza.
La actitud del presidente Santos nutrió al “Yo” chavista. El coronel distorsionó tanto la realidad, que dilapidó el presupuesto venezolano. Compró aviones de combate por decenas, tanques de guerra por centenas, armas por millares, municiones por toneladas. Repartió dineros fiscales entre países y políticos amigos del socialismo del siglo XXI. Además, entre sus subalternos que sabían lanzar frases de idolatría, fingida o real, por el caudillo. Al fin la Hacienda Pública quedó vacía y debiendo grandes sumas a China y a Rusia.
El sucesor señalado a dedo, como es de uso en los ególatras, fue Maduro. Al nuevo gobernante le corresponde el papel de comediante en la fase de repetir la historia como farsa, a la que se refirió Marx ampliando la idea de Hegel. El capitán Maduro no encuentra el rumbo, sus tripulantes no saben qué hacer. Les ha dado por arrojar palabras insultantes a los colombianos. En el episodio reciente ultrajó de palabra y ordenó arrasar las viviendas de humildes trabajadores. Su vocabulario panfletario para escandalizar es propio de la persona poco civilizada. Sus palabras hirientes convocan más al desencuentro que a la amistad.
Colombia ha respetado a la política socialista que inició Chávez y continúa Maduro. No obstante, el fracaso de llevar a la práctica un sistema complejo, como es el socialismo, no puede conducir al gobierno venezolano a tomar a Colombia como responsable del descalabro y caos en que se deshace una ilusión impracticable hasta hoy. La historia lo demostró a partir del derrumbe del muro de Berlín en 1989 y en donde por vez primera se llevó a la práctica: Rusia, llamada URSS en el socialismo. Y, ¿que dirá el futuro de Cuba?
No puede negarse que el problema fronterizo colombo-venezolano es recurrente por ser esa una frontera viva. Pero, la violencia ejercida por Maduro y la duración indefinida del cierre limítrofe no se habían visto antes.
Tal comportamiento corresponde a un episodio de terror al pueblo venezolano, el cual está a punto de una insurrección motivada por el poder omnímodo del binomio Maduro-Cabello, la inflación galopante, censura a los medios, corrupción desmadrada, el desabastecimiento por la ineficiencia productiva y política económica caótica, inseguridad de la vida y los bienes, y un sistema jurídico proclive a perseguir a los que se oponen al régimen.
*Rotaremos este espacio para mayor variedad de opiniones
ALFREDO GARCÍA
algazubiria@gmail.com
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