Queda claro que la falta de ética al dar avales políticos es lo que impera dentro de la mayoría de partidos tradicionales en Colombia, sumado a la poca voluntad política para crear mecanismos de control que imposibiliten la continuidad de candidatos cuestionados.
Que un candidato a cargos públicos reciba dinero del narcotráfico y de los descompuestos, para financiar sus campañas políticas, se volvió regla general y no una excepción.
Los candidatos que aparecen en la larga lista hacen parte de clanes políticos tradicionales relacionados en su mayoría con la parapolítica, compra de votos y otro tipo de delitos.
Tienen procuradores, contralores, personeros, jueces, fiscales, registradores, notarías, que les garantizan impunidad.
Se han convertidos en expertos en combinar negocios y política, secuestrando el erario e innumerables cuotas burocráticas.
El fraude electoral es una constante histórica, el abstencionismo y la cantidad de votos anulados, le cuestan al país miles de millones de pesos en material electoral no usado.
A esta clase dirigente no le interesa promover una reforma política seria ya que es la directa beneficiaria de la minoría que los elige.
Defiende un modelo económico y social que en poco o nada soluciona los problemas estructurales de la desigualdad y pobreza en las que está sumido el país.
Cambian los nombres de los candidatos, pero los apellidos son los mismos, parece que viviéramos en una monarquía, hay relevo en algunas candidaturas pero las fuerzas que las respaldan y controlan son las mismas.
La lista de los descendientes de los parapolíticos que aspiran a ocupar un escaño a cargos de elección popular, es larga y da miedo. Mucha gente se siente impotente y piensa que nada se puede hacer para salir adelante.
Los fortines de los parapolíticos en el departamento de Bolívar y en Cartagena empiezan a mostrarnos un panorama gris para los comicios electorales que se avecinan, iniciando una “guerra” de clanes por el poder.
Desconocen el significado de las palabras transparencia, honestidad y depuración, llegando algunos a usar estrategias de recoger firmas y aparentar ser independientes.
Hay clanes cancerígenos de la política de la Región Caribe que tanto daño le ha hecho a la región y al país.
Abstencionistas y ciudadanos de bien, basta ya de ser cómplices por acción u omisión, llegó la hora de cambiarlos por candidatos sin manchas, para derrotar a los testaferros de los clanes.
Las elecciones consolidaron un modelo parapolítico, corrupto, de las mafias del poder, que nos debería llamar a una profunda reflexión sobre nuestro modelo político y sobre la necesidad de replantearlo ya.
*CUT BOLÍVAR
cutbolivar@gmail.com
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