El magistrado Miguel Mercado Vergara fue el puntal de la investigación que condujo a la sanción, en el Departamento de Córdoba, de tres jueces y diez abogados litigantes que se feriaron la bicoca de $200.000 millones en un desfalco al Fondo Prestacional del Magisterio de ese Departamento, concediéndoles a falsos maestros pensiones cuantiosísimas. Mercado hizo lo que le corresponde hacer a un funcionario cabal.
A este magistrado cabal, a pesar de tener una sentencia de tutela que amparaba su derecho al trabajo hasta cuando Colpensiones lo incorporara a su nómina de jubilados, lo botó la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura el pasado 23 de marzo, porque había que llevar a su empleo un candidato del ex magistrado Ovidio Claro, quien renunció hace un mes para aspirar al Senado de la República.
Cumplió el enojoso encargo el presidente de la Sala, doctor Pedro Alonso Sanabria Buitrago, socio de Claro en el estrepitoso carrusel de pensiones que dicha entidad sacó de madre hace cuatro años, desacatando un mandato judicial imperativo del Tribunal Superior de Montería. Otra trastada típica del bajo nivel humano y ético de los Fulanos que, de cierto tiempo a esta parte, han accedido, con toga y sin escrúpulos, a las altas corporaciones judiciales.
Muy cómico que los mismos sujetos que en sus declaraciones públicas se jactaban de aconsejar a los colombianos respeto por las sentencias de los jueces, las violen a troche moche por un interés burocrático menor. Es probable que Iván Darío Giraldo Restrepo, el sucesor de Mercado Vergara, sea un enlace discreto del señor Jaime Lara para garantizarle unos sufragios al exmagistrado Claro en las ubérrimas tierras del Sinú. Ocho mil sería una buena cifra.
Yo me descubro ante Publio Ovidio Claro. Aun por fuera del Consejo, mantiene su liderazgo. Era, tal vez, el más imaginativo de todos los que integraron la Sala Disciplinaria. Se inventó el cuento de descentralizarla visitando muchos Departamentos, con tiquetes aéreos y viáticos oficiales, a fin de reunirse con los políticos locales. Tal como cenó con Jaime Lara en el Club Campestre de Montería, de seguro lo hizo con otros de talante parecido en el Country de Barranquilla, el Comercio de Bucaramanga, el Club Colombia de Cali o el Club Unión de Medellín.
Sanabria (recuerden su sonada mención en los días venturosos de DMG) es un alter ego solidario y tenaz, que pide aplicar lo que predica y no lo que practica. Es un fiel imitador del Augusto Monterroso de “La palabra mágica” y del Borges de las dedicatorias. Sería grato saber cuál fue la que le boqueó a Claro el día que le entregó la cabeza de Mercado Vergara.
En sus estertores, la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura continúa siendo el imperio de la jacaranda.
carvibus@yahoo.es
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