Columna


Malecón

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

29 de octubre de 2017 12:00 AM

Drama y comedia constituyen, por fuera de las tablas, un binomio que nutre la historia. Unas veces asustan y otras hacen reír. Van y vienen de un siglo a otro haciéndose sentir, desconcertando y sorprendiendo a vivos y bobos. Hay acontecimientos del siglo XIX semejantes a otros del siglo XXI, no porque tengan las mismas letras en números romanos, sino porque la naturaleza humana es pertinaz y, con frecuencia, obstinada.

El designado encargado de la Presidencia de la República en 1892, don Carlos Holguín Mallarino, se tomó la libertad de regalarle a doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, reina de España, el Tesoro Quimbaya, una colección de 122 piezas precolombinas elaboradas en oro macizo por nuestros aborígenes. Según la versión oficial, fue la manera de agradecerle a la soberana la mediación que nos devolvió “Los Monjes”, el archipiélago que disputábamos con Venezuela.

La versión extraoficial insinuaba que el designado Holguín Mallarino, cuando fue plenipotenciario de nuestra Legación en Madrid, había sido amante de la reina. De modo que tan pronto tuvo la ocasión de corresponderle las tardes de alcoba que le deparó, echó mano de los objetos milenarios y al palacio real fueron a dar con todo lo que significaban y valían.

Del drama pasamos a la comedia cuando otro Holguín, Juan Uribe Holguín, canciller de Laureano Gómez y de Roberto Urdaneta Arbeláez, canjeó “Los Monjes” por un guerrillero liberal que el Gobierno necesitaba fusilar. El canje se hizo por medio de un oficio que nuestros vecinos elevaron a la categoría de tratado bilateral. El Congreso brilló por su ausencia en el drama de 1892 y la Constituyente en la comedia de 1952.

Hace apenas semana y media la Corte Constitucional resolvió que el Gobierno debe recuperar el Tesoro Quimbaya. Por lo mismo, a un tercer Holguín -esta vez una mujer- le tocará iniciar las gestiones que conduzcan a la recuperación del oro que pagamos por el guano de “Los Monjes”. Gómez y Urdaneta salieron de Palacio por haber llamado a calificar servicios al general Rojas Pinilla, no por el canje apátrida de una extensión de territorio por un insurgente fugitivo.

Infortunadamente, a nuestra hermosa ministra Holguín no le alcanzará el tiempo para resarcir la memoria de sus parientes, si es que lo son, de los abusos cometidos con los bienes del Estado, a menos que el rey Felipe VI… No, perdón, sin asteriscos.

La divulgación del affaire de Holguín Mallarino con María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII y madre de Alfonso XIII, me indujo a cotejar las fotos del primero y el tercero de los citados. ¡Qué parecido tan impresionante el del Holguín Mallarino con el Borbón Habsburgo! Pueda que no recuperemos el tesoro, pero sí que España hubiese tenido un rey de sangre colombiana. Un Holguín, ala.

*Columnista.

carvibus@yahoo.es 

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