Columna


Malecón

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

25 de enero de 2015 12:00 AM

En el Centro Democrático (CD) todos, del jefe para abajo, se comportan como el marido sorprendido en flagrancia por la señora con una guaricha en su propio lecho: mártires antes que confesos. No es absurdo, en las relaciones conyugales, que una esposa desconcertada por el descaro del marido le crea el cuento de que él berrochaba en la cama con un maniquí animado, con voz y carantoñas. Pero donde hay 44 millones de felices mirones el cretinismo no puede ser una pandemia.

En el sobrenatural CD, mujeres y hombres se sienten Uribe. Hablan como él, gritan como él, insultan como él, pontifican como él, nunca se equivocan y la santidad es su característica. Observen bien a Palomita Valencia, María Fernanda Cabal, Óscar Iván Zuluaga, Pachito Santos, Alfredo Rangel, el inefable José Obdulio, y evoquen a Andrés Felipe Arias antes de que lo sentaran en el banquillo, y me darán la razón.

Entonces, como las interceptaciones del DAS no comprometieron al jefe, sino a los ejecutores de las órdenes impartidas, el candidato Zuluaga, su hijo y el asesor espiritual pensaron que harían moñona con la paz de Santos, sin consecuencias para ellos. Pero no contaron con la astucia del hacker y sus auxiliares, que estaban dispuestos a lo que fuera menos a doblarse de Bernardo Moreno y María del Chuzar Hurtado, vagabundeando con la tecnología sin proteger su pellejo.

La cara de Zuluaga en el video que le filmaron sin darse cuenta era de júbilo. Se le notó en la concavidad congénita de su labio superior y, como el marido pillado en plena jornada de tiro, al saberse sorprendido se declaró objetivo de un montaje santista, como si los televidentes, incluyendo al Fiscal General, fueran la esposa que se tragaba el cuento del maniquí. Fracasó como comediante y se le vino al piso la proyectada invasión a los correos de negociadores y guerrilleros.
Al ser llamados él y su hijo a interrogatorio, reaparecieron las muletillas de la “persecución política” y la “falta de garantías”. De pronto el David de Pensilvania le da mejor pelea al Goliat del Tolima (nuestro Fiscal-Presidente) que su desangelado progenitor. El muchachito sí aprendió coraje con Uribe, imitando sus discursos y replicando su ostentación con las gónadas.

Columbro el desenlace. Los Zuluaga saldrán indemnes. Eliminarán de su vocabulario “la persecución política” y “la falta de garantías”, y reconocerán que, in péctore, creyeron en la Justicia imparcial de Montealegre. En cambio, Luis Alfonso Hoyos, el hacker y ejemplares menores de la batraciera del Centro Democrático caerán en desgracia, y el héroe de la epopeya será Jaime Granados, que es el modelo ideal para la próxima escultura de Fernando Botero.
*Columnista

carvibus@yahoo.es
 

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