Columna


Maniquí Challenge

ÁLVARO E. QUINTANA SALCEDO

09 de diciembre de 2016 12:00 AM

Luego del Harlem Shake (2013) y el Ice Bucket Challenge (2014), el mundo de las redes sociales vuelve a sacudirse. Ahora es el Maniquí Challenge (El reto del maniquí). Con la etiqueta #MannequinChallenge, desde hace 2 meses niños, jóvenes, adultos, y  hasta personajes de talla internacional se han rendido al desafío de moda.

Consiste en que un grupo de personas se reúnan en cualquier actividad cotidiana, pero deciden quedar congelados haciendo de maniquíes mientras alguien que si se mueve les hace una captura en cámara de video, para luego colgar ese video en las redes.

Pero el reto del maniquí no necesita ser planeado. Ya lo hemos asumido. Parece que hace mucho nos hubiéramos quedado en la realidad estática. Como con el derecho a la apatía atribuido. Cómo los avestruces, preferimos esconder la cabeza. Parece que permanecer inmóvil es la mejor manera de interactuar con un mundo que no entendemos.

Los recientes hechos a nivel mundial, evidencian que la participación de la gente joven se ha reducido. Por eso, los adultos más conservadores nuevamente están tomando las decisiones más importantes que deberían incumbir a todos. Nos hemos quedado encerrados en las pantallas. Nuestra visión de las cosas se ha reducido a 4,7 pulgadas.

El maniquí challenge no es más que una parábola de nuestra actual condición humana. Encierra simbólicamente la declinante esterilidad social que nos asfixia. ¡Maldito! ¡Mátenlo! ¡Pónganmelo aquí para despedazarlo! Gritaba la turba que perseguía a  Rafael Noguera. Una madre decía: “yo soy un cabrito pero cuando se trata de mis hijos soy una leona”. Y es que toda la retórica que pueda aflorar de esta paradoja social saldrá a “pestañina corrida”.

Una sociedad que no vota, que no participa políticamente, que le interesa poco sus propios problemas, que le interesa lo que pasa al otro lado del mundo pero no al vecino o familiar cercano. Una sociedad que dice cuidar y educar sabiamente a sus hijos pero que en la práctica hace otra cosa, una sociedad que sólo demuestra la emoción del momento en la red de moda; es una sociedad que vive todas las dimensiones de su decadencia.

Ha sido importante formarnos en ciencias pero, ¿Habrá tiempo aún para re-educar nuestras emociones? ¿Seremos capaces aún de movernos para enfrentar nuestros problemas más apremiantes? Un año más acaba y ojalá decidamos que con él, acabe la pasividad, el desinterés y la mezquindad que nos convirtió en maniquíes inertes y silenciosos.


Docente Universitario
alvaroquintana@gestores.com
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS