Columna


Manolo a trascender

BERNARDO ROMERO PARRA

17 de mayo de 2017 12:00 AM

En Cartagena los rumores se convierten en realidad, quizás Gabriel García Márquez inspiro sus obras en esta cotidianidad, por eso preocupa que boca a boca se vaticine en la ciudad la inminente caída del gobierno local ante las medidas de los organismos de control por los hechos recientes, lo cual a nuestro parecer profundizaría la crisis social y política de esta urbe. Gobernar a Cartagena no es fácil y se requiere de un cúmulo de capacidades profesionales y humanas que se deben practicar poniendo como principio innegociable el interés superior de servir a la comunidad a través del poder para solucionar las necesidades colectivas, propiciando el consenso y la participación de las fuerzas vivas sin discriminación.

Un buen mandatario debe despojarse de emociones inferiores de prepotencia, egoísmo o mezquindad por desacuerdos políticos o personales que perturben sus relaciones con los gobernados, y por el contrario asumir una posición de humildad y magnanimidad que lo guíe a encontrar y convocar a los conciudadanos que tengan el propósito de aportar de sus cualidades para sacar adelante nuestro terruño, solo así se podrá avanzar. Está demostrado que ningún sector o gremio político, económico o social, actuando de forma aislada logrará el anhelo de transformar la ciudad, se requiere del concurso de todos, reconociendo valores y respetando diferencias.

La interinidad en el poder no le conviene a Cartagena, tenemos la experiencia anterior donde la ciudad se sumió en un mar de dificultades y es una de las causas del rezago ante el progreso notorio de ciudades vecinas. El alcalde Duque está a tiempo de enrumbar su gobierno, desmarcándose con valentía de las sombras y figuras que ponen en duda su independencia al tomar decisiones, integrando una gran alianza por Cartagena para generar oportunidades y realizar las soluciones que clama la gente y recuperar la confianza en su gobierno, local y nacionalmente, hoy en entredicho, ejerciendo con autonomía y liderazgo el mandato que le entregó el pueblo cartagenero. La ciudad no puede parecer que anda sola. Un gobernante no está obligado a dominar todas las artes de la política, pero sí a trascender por su sensibilidad social, carácter y ejecuciones, siendo el legado que un día sus descendientes juzgarán.
 

 

 

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