Columna


Marinas

ÓSCAR COLLAZOS

08 de febrero de 2014 12:15 AM

Según la Revista Metro, el alcalde de Cartagena se reunió con la Ministra de Cultura, Mariana Garcés, a discutir algunos de los puntos más delicados del Plan de Manejo y Protección del Centro Histórico (PEMP).

Sé de buena fuente que la aprobación del plan se ha dilatado mucho por “consultas” (presiones) de la Armada Nacional. Se trata de reducir las restricciones a la altura de las edificaciones que se levantarían en los terrenos de la Base Naval. No se olvide que el área de influencia del Centro Histórico llega hasta esa zona.

El alcalde dijo que solicitó esa reunión con la Ministra porque “debemos tomar decisiones para proteger nuestro patrimonio y nuestra cultura.” Y, más adelante, dijo que “hay que abrirle las puertas al desarrollo y la competitividad de la ciudad.” “Cartagena es una ciudad de mar y no podemos seguir dándole la espalda a éste”, declaró.

Una de las marinas proyectadas y que ronda por la cabeza de Proexport, estaría en el lugar que hoy sirve de parqueadero del Centro de Convenciones. El alcalde no se refirió a ella, pero el Concejo Distrital no le dio su apoyo. Asocentro tampoco: sería preferible que ese lugar se destinara a un parque y se abriera un espacio público para disfrute de todos, cartageneros y turistas.

Me sostengo en este argumento: Getsemaní y la ciudad necesitan más espacio público. Cartagena no ha vivido de espaldas al mar, como dice el alcalde. Las grandes empresas que jalonan su desarrollo se sitúan frente al mar: Ecopetrol, Mamonal y Sociedad Portuaria, por ejemplo.

El sector inmobiliario tiene su auge especulativo frente al mar, incluso con los riesgos que representan las áreas costeras en permanente erosión. La línea de nuevas y altas edificaciones que rodea Bocagrande hacia el Centro, continúa hacia El Cabrero, Marbella, Crespo y La Boquilla. Se prolonga en Manzanillo del Mar. Allí se asientan los proyectos inmobiliarios más caros de Cartagena.

El alcalde debió haber dicho: Ministra, quiero que me autorice la marina de El Arsenal y construcciones de más altura en la Base Naval, a riesgo de olvidar que la ciudad vive y algunos privilegiados se enriquecen con negocios frente al mar, mientras decenas de miles de cartageneros que viven a orillas de las ciénagas y caños, parecen expulsados de la dinámica del desarrollo. 

No puede existir una oposición tan radical entre la generación de riqueza y las necesidades de la gente, amenazando de paso el patrimonio cultural de la ciudad. Se esgrime un argumento falaz: les quitamos espacio público pero les damos puestos de trabajo. O mejor: ofrecemos mediocres puestos de trabajo y acordonamos por seguridad las áreas donde se instalan las nuevas empresas turísticas y hoteleras.

Escritor

collazos_oscar@yahoo.es

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS