Columna


Más allá de la egolatría

RAFAEL VERGARA NAVARRO

05 de noviembre de 2016 12:00 AM

La victoria del No mostró un país fracturado que para integrarse exige verdad, responsabilidad y grandeza. Dialogar  con dinamismo y conciencia porque vivimos un frágil equilibrio que de romperse, liquidará por años la esperanza de la paz.

Me explico: 0,4% de diferencia con los votos del Sí permitió a los líderes del No detener el proceso y exigir cambios en el acuerdo, pero no les alcanzó para enterrar todo lo pactado y liderar la negociación, desconociendo la voluntad de 6.300.000 ciudadanos que se expresan en las calles.

Gracias a la solidez y confianza edificadas en el acuerdo, además del cese al fuego, se mantuvieron los organismos y actores internacionales, los protocolos entre militares e insurgencia, y las relaciones entre las partes del acuerdo aplazado.

Pero manejar la crisis es complejo. El No, no es monolítico: se renegocian en La Habana más de 400 propuestas de iglesias, víctimas, los ex presidentes Pastrana y Uribe y los precandidatos presidenciales Marta Lucia Ramírez y el ex, Ordóñez.

Unas son viables, son precisiones constructivas, pero otras son peligrosas porque atacan la esencia del acuerdo, la columna vertebral de la transición de las balas a los votos.

El tiempo apremia y hay alta presión para lograr como sociedad una alianza que nos integre, pero este pacto político no puede ser otro Frente Nacional de élites sino un diálogo nacional participativo.

Ante la guerra o paz no es posible ignorar que estamos divididos en 4 segmentos: la mayoría, los que no votaron; las Farc y Eln y sus sectores afines; los 6 millones que votamos por el Sí, y los 6 y piquito del No, entre otras, con posiciones variadas, incluso dentro del Centro Democrático.
Hay moderados, radicales de derecha y el “mesías”. Mientras unos bloquean y quieren un acuerdo diferente, otros no desean ser señalados de culpables por la eventual ruptura y la guerra.

El riesgo existe porque hay un cálculo político: el interés del ególatra de retomar la presidencia en 2018 y de allí la necesidad del jaque mate a Santos y aliados. Por eso les ardió el Nobel y que con liderazgo fortalecido y las cartas en sus manos, siga al frente capitaneando en la tormenta.

Por eso hay propuestas inviables. Uribe, que en 2006 ofreció lo que ahora niega, sabe que lo que propone es inadmisible para las Farc, el gobierno, los 6 millones de ciudadanos y la juventud que exige ¡acuerdo ya!

Insiste en que no hay conflicto y sabe que nadie deja sus armas para irse preso, pero lo exige junto con la no conexidad del narcotráfico, el desmonte del acuerdo rural, la Justicia Transicional. Además de humillar al otro pretende impedir que en este país la verdad se sepa y la democracia crezca.

*Abogado ambientalista y comunicador

RAFAEL VERGARA*
rvergaran@yahoo.com

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