Columna


¿Matrimonio o martirmonio?

TULIA DEL CARMEN BARROZO OSORIO

15 de febrero de 2013 12:00 AM

TULIA DEL CARMEN BARROZO OSORIO

15 de febrero de 2013 12:00 AM

La columna de J. Gossaín en El Tiempo aborda la disminución de matrimonios en Colombia desde 2010, cuando se tomaron las estadísticas de una prestigiosa revista británica, The Economist, la cual informa que Colombia es donde la gente menos se casa, y sólo hay 1,7 matrimonios por cada 1.000 habitantes.
Cita a la psicóloga Camila Galindo, quien agrega que de acuerdo a investigaciones, el horror al matrimonio se debe al trauma por divorcios caóticos anteriores; o que huyen de gastos y papeleos; y otra razón es que muchas veces se prefieren las uniones de tipo “experimental”, en la que supone quien escribe, que si luego de vivir cierto tiempo juntos, se persiste en la idea de casarse, se da el paso, y, si no resultan las cosas, pues, como se dice en Derecho, las cosas se deshacen, así como se hacen. Cada quien vuelve a tomar su propio camino y nada pasó.
Desde la óptica del derecho de familia en los centros de conciliación, además de la comodidad práctica de las uniones maritales de hecho, sumado a las garantías que les otorgó la ley desde 1989, se dan en muchas personas como una decisión del libre ejercicio de la voluntad y que muchas veces funciona igual o mejor que un matrimonio mismo. Es esa facilidad de deshacer la relación en caso de problemas lo que constituye su atractivo.
Lo bueno o lo malo de las relaciones no está enmarcado dentro de una unión libre o de un matrimonio. La felicidad de la pareja la da por el verdadero compromiso de la relación. Ese compromiso es el que falta y la relación de pareja hoy está direccionada por la conducta egoísta de las personas que la conforman.
Es así cómo vemos que en otra encuesta sobre la infidelidad en Colombia, publicada en 2012 en El Tiempo, se encuentra como causa principal para terminar una relación a éste fenómeno que se ha regado como un virus, sin una cura a la vista. Entre los motivos: “no me atiende”, 57%; “se dio la oportunidad”, 22%; “por curiosidad”, 14%; “por buscar nuevas emociones”, 12%, encontrándonos entre razones machistas y hedonistas.
El hecho es que no se piensa en el otro, sino en sí mismos. Tan egoístas son las razones que en la misma encuesta se descubrió que los infieles están menos dispuestos a perdonar la infidelidad (42,7%), mientras que los fieles lo están más (47,5). Surge el machismo cuando la encuesta arroja que los hombres entrevistados han sido infieles en un 82,28%, y las mujeres en menor porcentaje del 42,33%.
A lo anterior sumemos las causales de violencia. La infidelidad de por sí es violencia que también ataca la voluntad de las parejas al momento de formalizarse, desembocando en el hecho de considerar el matrimonio, como un “martirmonio”. Lo malo es la ausencia de compromiso personal.
Decía Roque García, “El matrimonio es la primera escuela de las costumbres, del trabajo, y de la dignidad humana”, así que de él sólo podrán darse cosas buenas y se predica también de las uniones maritales. Sólo hay que ser asertivos, gozar de la madurez suficiente y el resto lo hace el amor.

*Directora Consultorio Jurídico y Centro de Conciliación - U- Libre de Cartagena.

tbarrozo@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS