Columna


Mausoleos en Manga

Queremos que nos acompañen en estas visitas y aprecien ese legado histórico, con el propósito de recuperar todas las tumbas descuidadas, incluidos los mausoleos, para retornarles su dignidad.

MARÍA VICTORIA GARCÍA AZUERO

09 de diciembre de 2018 12:00 AM

Un mausoleo es una construcción para mantener y honrar la memoria de los antepasados, pero también es un testimonio de una época y un tesoro histórico y arquitectónico de toda la comunidad. El Cementerio de Manga es un lugar histórico donde reposan los restos de familiares y personas que forman parte de nuestra historia reciente y lejana. Fue fundado en diciembre de 1815 como camposanto, cuando Pablo Morillo entró a Cartagena después de 105 días de sitio.

A raíz del Bicentenario comencé mis visitas, difundiendo las fotos de los mausoleos y sepulturas en las redes sociales. Alguien me sugirió que hiciera recorridos guiados para apreciar la belleza y conocer su estado, y para promover mejorar todas las tumbas del lugar, grandes y chicas.

A su entrada a Cartagena el 6 de diciembre, el “Pacificador” la encontró atestada de cadáveres insepultos. Era una muestra macabra de un valeroso pueblo que no se rindió. Viendo que en las bóvedas y cementerios de las iglesias no había espacio, ordenó enterrar todos los cadáveres en un lugar dispuesto por él mismo en la Isla de Manga, en los extramuros de la ciudad, a donde se iba a través de un puente levadizo. Debido al alto nivel freático, encontró un problema desde su inicio, pues al subir la marea los difuntos quedaban al vaivén de las aguas.

Para remediarlo se levantaron tumbas sobre la superficie y por prevención a la pestilencia. Para finales de 1800, con la pujanza de los jóvenes de la época, preparándose para el centenario de la Independencia, el cementerio fue remozado. Luis Felipe Jaspe diseñó la puerta de entrada, y el camellón con sus bancas blancas y el “reordenamiento reticular”. A lado y lado se aprecian hermosos mausoleos. Jaspe diseñó el de su familia, adornando el interior con una maravillosa urna de mármol.

El mausoleo más antiguo es de 1833 y corresponde al de la Hermandad de San Pedro Apóstol, un gigante imponente, patinado de negro humo, de humedad y salitre; el otro, de 1835, es de la familia Del Real.

Pero lo más hermoso es que al entrar, se siente la presencia de los antepasados de todas las personas enterradas allí, algunos agrupados por familias y generaciones que nos recuerdan su aporte después de la independencia.

Esta iniciativa, además del interés histórico, busca que propios y extraños aprecien esa joya arquitectónica que le pertenece a la ciudad. Y para los dolientes de todos los difuntos sepultados allí, también será un motivo de orgullo.

Estamos en esta cruzada La Academia de Historia de Cartagena, el padre Rafael Castillo, Julio Romero, Raquel Ochoa y demás líderes cívicos de Manga y de toda Cartagena.

Queremos que nos acompañen en estas visitas y aprecien ese legado histórico, con el propósito de recuperar todas las tumbas descuidadas, incluidos los mausoleos, para retornarles su dignidad.

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