Columna


Meta y camino

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

20 de noviembre de 2016 12:00 AM

Para llevar a cabo cualquier empresa, misión o tarea, nos fijamos una meta y luego el camino para llegar a ella. Hoy celebramos a Jesucristo Rey del universo, meta y camino para quienes buscamos la máxima realización, ser felices, eternos, bienaventurados hijos de Dios.

Es una misión difícil, ardua, llena de dificultades, pero es el único camino que garantiza ser dignos hijos de Dios. Las lecturas de hoy* sobre el reinado de Jesucristo, nos llevan a reflexionar sobre su camino a la cruz: “Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darles la paz por medio de su sangre, derramada en la cruz”.

Una empresa que valga la pena, requiere esfuerzo, dedicación, tiempo, energía, trabajo, pasión y amor para llevarla a cabo con éxito. La tarea del creyente es la más apasionante porque es la de pasar de simples mortales a inmortales, de egoístas a amorosos, de soberbios a humildes, de pecadores a santos, con la ventaja que nuestro esfuerzo es relativamente fácil porque no depende sólo de nosotros, sino de la capacidad de abrir el corazón al Espíritu Santo, para que obre en nosotros, nos perdone nuestras faltas y debilidades, nos dé fortaleza, amor, gozo, perseverancia para desapegarnos de los atractivos del mundo que nos cautivan y para desenmascarar los disfraces de felicidad con los que el diablo nos engaña, apartándonos de la leyes de Dios.

Los grandes campeones en las distintas ramas del saber tienen grandes maestros, entrenadores, guías, motivadores para desarrollarse. En la carrera hacia el cielo también necesitamos dejarnos guiar por nuestra Iglesia, por Dios mismo, quien nos habla en su Palabra y en la vida, obra, muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo, por el Espíritu Santo quien nos sigue acompañando de manera viva y eficaz en los Sacramentos y en nuestro interior, si nos abrimos a escucharle.
Vayamos con alegría al encuentro del Señor, Él nos promete que si reina en nuestro corazón, hoy mismo sentiremos el Paraíso desde esta vida y en la eterna: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Nos dice San Pablo, “Demos gracias a Dios Padre, el cual nos ha hecho capaces de participar en la herencia de su pueblo santo, en el reino de la luz…Cristo es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas, del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles,…

Todo fue creado por medio de él y para él”.

Cantemos: Tú reinarás… Oh Rey bendito… tu dijiste reinaré… reina en mi corazón, en nuestra patria, en nuestro suelo, es de María la nación.
* Lc 23, 35-43;  Sal 121; Col 1, 12-20

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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