Tal vez fue un error para los acuerdos de La Habana buscar tanto apoyo en el exterior, donde entre muchos y loables propósitos estaba el de candidatizar a Juan Manuel Santos (JMS) al premio Nobel de paz. Y no buscarlo tanto en nuestro suelo, subestimando así al pueblo colombiano y contando que con las prebendas políticas alcanzaría para lograrlo. Y ahora sí, después de la derrota, buscar un consenso de unidad nacional, cuando hace mucho tiempo la oposición lo pedía recurrentemente. Hay que partir de la premisa que este gran problema del país no tiene partido político y es de todos, incluso del 64% de abstencionistas.
Jorge E. Gaitán decía: “El pueblo es superior a sus dirigentes”. Y el pueblo mostró su soberanía, confirmando que su voz es la de Dios y que el voto ganador puede cambiar los acontecimientos, como debe suceder si hay genuina voluntad política, aunque con JMS nunca hay certeza de nada.
¿Qué lección nos queda después del triunfo del No para rechazar el acuerdo con las Farc para construir una paz estable y duradera? Que hay una gran oportunidad para revisarlos, rectificando los puntos que al constituyente primario no le gustaron; como que no haya impunidad total. Que no se dé elegibilidad política a criminales de lesa humanidad. Que no se omita atacar los cultivos de coca, fuente primaria del delito. No crear el dudoso tribunal de justicia. No modificar la Constitución. Que haya reconocimiento real a las víctimas, porque solo se hizo con víctimas “privilegiadas”. Que se use la fortuna de la Farc para la reparación. Devolver miles de niños secuestrados. Acabar con la extorsión y el abigeato. Y, propongo yo, que se deje de llamar ejército del pueblo, porque el pueblo no los quiere.
¿Cómo se podría construir una nueva mesa de negociadores en La Habana? Ella debe tener dos nuevas patas: una; los partidarios del No, liderados por el presidente Uribe Vélez y otros líderes importantes. Y la otra; unos representantes de las verdaderas víctimas y no las escogidas a dedo. Si no las del pueblo raso, las del campesino que perdió sus tierras, la madre que perdió a sus hijos, las miles de familias masacradas.
Hay que abonarle a JMS permitir votar al pueblo soberanamente, felicitar al Registrador por su eficiente trabajo y a las empresas encuestadoras por el positivismo en las estadísticas a favor del gobierno, que crearon un clima de triunfo. Esa confianza exagerada no permitió lo que muchos esperaban (si las encuestas hubieran sido negativas) que se hubiesen alterado los registros electorales.
gabrielrodriguez@ibrinmobiliaria.com
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