Columna


Mis recuerdos de Fidel

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

29 de noviembre de 2016 12:00 AM

Entre el dolor de sus seguidores y la alegría de sus contradictores, falleció Fidel Castro, uno de esos personajes que la historia convierte en inmortales.

Desde diferentes orillas se desempolvan recuerdos sobre la vida, obra y anécdotas del comandante. Tengo los propios, como apuntes mentales de mi ejercicio periodístico, y por recomendación de mi amigo historiador, Moisés Álvarez, llegó el momento de contarlos.

En 1993, algunas de mis notas como corresponsal del Noticiero CM&, llegaban a la televisión cubana, lo que motivó que el equipo de comunicaciones de Castro me contactara como apoyo periodístico, cuando éste decidió venir a Cartagena. La relación con el círculo cercano al comandante me permitió asistir a varios escenarios de su visita.

En una rueda de prensa en la Casa de Huéspedes, Fidel me señaló con uno de sus dedos, concediéndome la palabra. Tras una primera pregunta, advertí que seguiría con la solicitud de aclarar una duda. ¿Cuál es esa duda histórica que tu tienes chico?, me dijo con mirada escrutadora. ¿Cuál fue su real participación en los hechos del 9 de abril de 1948, conocidos como el Bogotazo?, respondí.

Era la primera vez que abordaba el tema frente a los medios de comunicación; habló con firmeza y serenidad, relatando detalles con memoria fotográfica. Explicó su odisea para cruzar la ciudad en medio de los disturbios, hasta llegar al aeropuerto, donde un “torero loco” lo sacó rumbo a Cuba en un avión de carga.

Fue noticia destacada en Colombia; el mito sostenido por 45 años había quedado resuelto, pero no quedaría allí; Óscar Ritoré, Jefe de Producción de NTC noticias, dijo que conocía al  personaje del que daba cuenta Fidel. “Es una lástima que esté muerto”, le respondió Yamid Amat. No lo está, “vive con mi mamá en Armenia”, aclaró el periodista.

A la mañana siguiente, Ritoré viajó a Armenia e hizo una crónica fabulosa y sentida, que comenzó con apartes del testimonio de Castro sobre su accidentada salida de Bogotá, ayudado por el torero. “Ese torero loco es mi padre”, dijo, presentando un histórico testimonio, hasta entonces inédito.

He viajado tres veces a la isla, la primera invitado por la Embajada de Cuba, con fines periodísticos y académicos. Allí percibo, que independientemente de los odios internos y externos que cosechó, Fidel, fue y seguirá siendo amado y respetado por millones de cubanos, quienes a pesar de haber sido sometidos al mas inhumano y prolongado bloqueo económico de la historia, aún preservan conquistas sociales en salud, educación, deporte y cultura, que ningún país de América Latina ha logrado.
Estos recuerdos del comandante Fidel Castro y de su Cuba querida, son mi modesta forma de honrar su memoria.

*Asesor en comunicaciones

germandaniloh@gmail.com

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