Columna


Morir de parto, ¿realismo mágico?

AP

11 de abril de 2013 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

11 de abril de 2013 12:00 AM

Que en noventa días mueran de parto siete mujeres, tres en un mes, es difícil de creer. En estos tiempos de medicina nuclear, robótica e imágenes ultrasónicas y rayos laser, esa no es noticia.
Es realismo mágico.
Ni más ni menos. Ocurre cotidianamente como si no ocurriera, pero ocurre.
Pasa en un contorno rodeado de hospitales y clínicas de distintos niveles; centros de alta tecnología para la fertilidad y la maternidad, universidades, especialidades médicas y secretarías y servicios de salud pública.
Sucede en una zona rica en recurso humano competente, medios y remedios para las complicaciones de un embarazo o parto, aliviarlo y garantizar la vida de las parturientas y neonatos. Y con suficientes fondos públicos para tan irrevocable fin.
Pero se mueren de parto las mujeres. Ante los ojos de funcionarios que sin avergonzarse, apenas si balbucean para descargar las culpas de tan inicuo y punible suceso en terceros.
Y no vaya a creerse que esta tragedia familiar y social, las muertes maternas por parto, ocurren en la remota África Subsahariana, Haití o en el más desgraciado y remoto paraje poblado de bosquimanos.
Todo sucede aquí; a la vuelta de los adelantos más portentosos en medicina, prevención y atención de la salud que la sociedad moderna haya conocido. Y de los más altos y efectivos presupuestos que el Estado dispone para que ninguna colombiana muera por embarazo o parto.
Y a la vuelta de ocho o diez facultades de medicina y enfermería; de un número relativamente grande de hospitales y clínicas suficientemente dotados y habilitados para los menesteres más apremiantes de la salud humana.
Del más calificado, probado y eficiente recurso humano para cuidar, prevenir, atender y tratar la salud de sus semejantes, el embarazo y el parto.
Pero en Sucre, en Sincelejo, señor ministro de Salud, las mujeres mueren de parto o por embarazo.
Sí, en Sucre, un departamento sito en el norte de Colombia, Región Caribe, predominantemente agropecuario; pródigo en recursos hídricos, pero con sed permanente y altos niveles de necesidades básicas insatisfechas.
Y abundante plata de regalías por petróleo, gas y transferencias. Y, de miles de millones más para Ciencia y Tecnología.
Igual, “goza” de una gestión administrativa precaria y una burocracia magra en competencias para la operación de sus tareas y funciones; eso sí, servidora incondicional de políticos corruptos y clientelistas, de cuyo poder depende y maniobra para la reproducción y consolidación del modelo.
Y, doctor Alejandro Gaviria, de los más altos Índices de Mortalidad Materna, muertes evitables con la sola gestión y aplicación de los protocolos que regulan la vital atención de las mujeres gestantes y parturientas.
Pero más importante es lo “otro”.

*Poeta

@CristoGarciaTap
elversionista@yahoo.es

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