Columna


Mundial

CARLOS DÍAZ ACEVEDO

16 de octubre de 2013 12:02 AM

Vi por televisión el empate merecido de la selección Colombia con Chile y no me canso de ver, oír y leer las noticias sobre este partido y todos los de la Selección, pero también veo, oigo, leo y formo mi propia opinión ante la prima millonaria e inmerecida devuelta por el presidente Santos a los congresistas en los mismos días en que los dirigidos por Pekerman se jugaban la clasificación. Así como no acepto al primo de Santos, tampoco aceptaría su prima, por fea. 

Sospecha del director técnico de la selección ante su insistencia de alinear a Medina en la titular, a pesar de que al pelao todavía le falta para ser lateral en la Selección de Mayores. De ser Medina, le hubiera dicho al técnico que no me jodiera tanto.

Entiendo que la Federación Colombiana de Fútbol siga recibiendo el patrocinio de empresas históricas que así crecen sus ventas, como pasa con las cervezas, pero no veo bien que la respalden compañías como la petrolera tan cuestionada que se lava la cara y la imagen con el tricolor nacional.

Cambio de canal cada vez que veo asomarse en la pantalla del televisor los comerciales de esta empresa que cree que a todos los colombianos que nos gusta el fútbol y la selección, no nos duele lo que le pasa al país más allá de los campos de fútbol, allá en los campos de exploración y explotación de acero, carbón, caucho, hierro, oro, palma de aceite y petróleo. De haber sido miembro de la Federación, no le hubiera aceptado a esta compañía su sucio patrocinio.

Como director técnico de Colombia me gustaba Hernán Darío Gómez, pero no le toleré ni le justifiqué la violencia contra una mujer, así como tampoco tolero ni justifico la violencia contra otro hombre (sea niño, viejo u homosexual) o ser vivo (por ejemplo, la lechuza), mucho menos contra otro aficionado por llevar una camiseta distinta. En los estadios, después de los himnos, pondría la canción de José Luis que arranca diciendo: “Estamos aquí, somos amigos y venimos a jugar”.

Si la vida y el trabajo me lo permiten y si no tengo que pagar por ver, no me perderé de ningún partido de la selección en el Mundial 2014, así como ninguna noticia de la protesta social en Brasil, país al que le gusta mucho el fútbol, pero también la crítica y movilización social (cuna del Foro Social Mundial y del llamado “por otro mundo posible”), como a mí.  

Como soy parte de los criticones y descerebrados de los cuales está llena Colombia, no compraré la camiseta fea diseñada por el patrocinador, ni siquiera en la Avenida Venezuela, por donde Espacio Público persigue a los pobres vendedores, y me uno a quienes están pidiendo a la Federación que cambie de marca deportiva.

*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo

puntos_de_encuentro@hotmail.com

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