Columna


Nadie quiere ser pobre

LIDIA CORCIONE CRESCINI

27 de junio de 2017 12:00 AM

Aunque los hay de espíritu y se conforman con su suerte, aunque muchos viven quejándose, aunque nos mantengamos indiferentes a la dolorosa imagen de los necesitados, aunque algunos dicen que nacieron pobres y nada puede cambiar, aunque los padres de generación en generación estigmaticen a sus hijos indicándoles su condición de “naciste pobre y pobre serás”, es una realidad visible que repela y sobrepasa cualquier límite, porque si bien es cierto hay muchos sectores en los que hay que invertir, todo se desata cuando empezamos a soltar la cadeneta, las cosas se van por el despeñadero  y se acrecienta la problemática.

Es innegable que la pobreza es una bomba de tiempo y no podemos tomar esa frase sarcásticamente. Ante la convocatoria de El Universal para asistir al Foro “Cartagena incluyente para erradicar la pobreza”, la asistencia fue masiva, los líderes de todos los sectores, docentes, sociólogos, periodistas, industriales, fuimos porque es muy importante oír y comparar con cifras lo que encierra este tema en Cartagena. Con documentación seria y clara, el Banco de la República, a través de Adolfo Meisel y Jhorland Ayala, investigadores ambos, sustentó el impacto social de la pobreza en la ciudad. Ojalá este documento sea publicado para fijar plazos, metas y soluciones, con resultados, porque de nada sirven los estudios y las realidades sin actuar ya. Esta situación no da tregua porque cada vez más se va apilando y el derrumbe será funesto. Bien dijo Juan Gossain, quien moderó este foro a la altura, de forma precisa y puntual en cada aspecto, “La pobreza no es una elección, no es una decisión” y agregó: “Nadie se puede declarar inocente en este tema de la pobreza, todos en parte somos responsables”; llevo asistiendo y moderando muchos debates, agrega JG, “pero ninguno más importante que este; lo que sí sé es que la pobreza es más chocante en Cartagena por el contraste entre la belleza arquitectónica y la realidad de las personas. Por fortuna, empezamos a preocuparnos por ella en vivienda, educación, servicios públicos, seguridad, pero insisto, el foco de todo para erradicarla es la educación”.

Si queremos cambiar, ¿qué hacer? Cartagena, dentro de las 13 ciudades más importantes del país, es la segunda más excluyente, más pobre. La correlación entre homicidio y pobreza son el 90%. La deserción escolar es tremenda, más del 34% de niños no van a clase. Como son temas tan profundos y extensos para exponerlos en una columna, los trabajaré uno a uno. Por lo pronto todos debemos meterle la mano a esta situación, es compromiso de todos. Cartagena si puede.

*Columnistalicorcione@gmail.com

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