Columna


NBA, FIFA y racismo

RICARDO TROTTI

04 de mayo de 2014 12:02 AM

En un país donde la justicia se percibe y se pretende severa, era de esperar que la NBA, la asociación de básquet de EE.UU., condenara a “pena de muerte” a Donald Sterling, el propietario de los Clippers de los Ángeles, por comentarios racistas que se resisten a abandonar la cultura estadounidense.

El comisionado de la NBA fue estricto para remarcar la política de tolerancia cero al racismo. Vedó a Sterling de por vida en cualquier actividad de básquet profesional, lo multó con 2,5 millones de dólares y, seguramente, lo obligará a vender su equipo.

La prueba del delito fue concluyente. En la grabación telefónica, difundida por el sitio digital deportivo TMZsports, Sterling le refriega a su novia haber publicado una foto en Instagram con Magic Johnson, diciéndole que puede acostarse con negros, pero no promocionarlos ni traerlos a su estadio.

La infracción y la evidencia sobre un tema todavía a flor de piel, pese a siglos de lucha por la igualdad, obligaron a la NBA a ser políticamente correcta. La reacción también tuvo que ver con la presión creciente de la Casa Blanca y estrellas como Lebron James y Michael Jordan. De ahí que la NBA actuara hasta con mayor firmeza de que lo haría un juez, que habría considerado atenuantes.

Por ejemplo que fue una grabación clandestina de una conversación telefónica privada; una invasión de la privacidad que la sociedad condenó cuando fue el gobierno el que espió a los ciudadanos.

Más allá de los atenuantes, lo importante de la NBA es que tal vez contagie a la FIFA, más tolerante ante el racismo, y que deja indefensos a sus integrantes que deben apelar a acciones individuales, como el defensor del Barcelona, Dani Alves. Comió la banana que le arrojaron en el estadio del Villareal, lo que despertó una oleada de solidaridad antiracista en las redes sociales, cuyos usuarios copiaron su gesto bajo la etiqueta #todossomosmacacos. La actitud jocosa fue significativa, considerándose que se trató de una reacción popular ante la inacción de las autoridades españolas y de la FIFA contra el racismo.

Los casos en contra de Sterling y el gesto de Alves, y la cobertura en medios y redes sociales, tienen la virtud de haber elevado la conversación pública. Empujaron a empresas a actuar para que boicoteen auspicios, motivaron a políticos a pensar legislaciones y, sobretodo, incentivaron campañas de solidaridad y educación sobre los estragos de delitos y mensajes de odio, que no son ajenos a país alguno.

El Mundial de Fútbol será la próxima prueba antirracismo. La presidente Dilma Rousseff, conmovida por el gesto de Alves, comprometió recursos y medidas para que el “jogo” no sea solo bonito, sino también limpio.

trottiart@gmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS