Columna


“Necesitítis”

JORGE RUMIÉ

24 de enero de 2014 12:02 AM

Llega un señor a una librería y le pregunta a la empleada: “¿Dónde encuentro el libro: ‘¿Los hombres son felices?’, y ella le contesta: Por supuesto, en la sección de ciencia ficción.”

No me cabe la menor duda de que una de las mayores desgracias de nuestro tiempo es la forma preocupante como venimos incrementando nuestras “necesidades básicas” para vivir. Jamás en la historia de la humanidad se necesitó de tantas posesiones y gratificaciones como fuentes de bienestar y felicidad. Y no obstante lo anterior, según todos los estudios sicológicos y siquiátricos existentes, jamás estuvimos tan vacíos y llenos de angustias, de estrés, de frustraciones y depresiones.

Duele reconocerlo, pero es que somos unas máquinas tan desbocadas en satisfacer nuestras necesidades y demostraciones sociales, que se necesitarían 3 de mis columnas para completar cualquier lista. Y a ello súmale el paquete cotidiano de necesidades mundanas como el reconocimiento social, el millón de amigos, los logros, el consumismo, el poder, la vida emocionante, ser magnate, el miedo a la soledad, el que me traten bien, la popularidad, los hijos perfectos, las comodidades y hasta la belleza física, desmenuzadas en el trifásico mínimo de una cara estirada, tetas apoteósicas y nalgas tipo Jennifer López, entre otras cosas. 

Pero, ¿cuál es el resultado de todo esto? Pues, mi estimado lector, que la vida se nos va en evaluaciones, envidias y comparaciones cotidianas. Y con cualquier hecho externo que amenace nuestras necesidades y demostraciones, entramos en pánico –con pensamientos negativos o catastróficos– para desembocar en los resultados sicológicos que mencioné arriba. 

Afortunadamente, no estamos solos en el mundo. La misma “sicología cognitiva” nos tiene su portafolio de recomendaciones para salir adelante. La principal, pues la obvia: llenarnos de argumentos inteligentes para que mandemos a la m… a tanta “necesitítis”. Eso es lo bueno: ¡Al carajo con todo ese equipaje pesado!

Dice mi amigo Rafael Santandreu, que la “sicología cognitiva” es “una terapia de argumentos, no un ejercicio de pensamiento positivo”. Por lo tanto, en la medida en que vayamos encontrando los argumentos para eliminar nuestras necesidades y “creencias irracionales”, en esa medida irán desapareciendo los pensamientos y emociones negativas que nos paralizan ante la vida, incluido el miedo. Lo importante es armar nuestro método y persistir.

Mirado en el contexto de la eternidad, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Y quién necesita tanto para vivir?

jorgerumie@gmail.com

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