Un caso emblemático de esta parafilia fue el del monarca portugués Pedro I El Cruel, con su segunda esposa, Inés Pirez de Castro. La historia parece una novela.
Según El Universal del 14 de febrero, Domnique Smith, un hombre de 26 años, fue arrestado por robar una bicicleta de una funeraria de Columbus, Georgia, Estados Unidos, pero lo más curioso es que el delincuente había tenido relaciones sexuales con un cadáver del establecimiento. La inclinación morbosa a los cadáveres se llama necrofilia.
Un caso emblemático de esta parafilia fue el del monarca portugués Pedro I El Cruel, con su segunda esposa, Inés Pirez de Castro. La historia parece una novela. Pedro se casó en primeras nupcias con Constanza Manuel de Castilla. Inés era prima de Constanza y su dama de compañía. Al morir Constanza en 1345, tras su tercer parto, Pedro, quien tenía amoríos secretos con la bella Inés, con la cual hacia “inmoralidades”, se casó con ella y así pasó de amante secreta a cónyuge del príncipe heredero. Era tanto el amor de Pedro por Inés que él mismo la duchaba y la perfumaba.
Pero, los cuentos de hadas no siempre tienen un final feliz, ya que Alfonso IV, rey de Portugal, padre de Pedro, en 1355 le ordenó a unos sicarios asesinar a Inés. Pedro, muy bravo, se enfrentó a su padre y después de varios rifirrafes militares asesinó a los matones. Tras la muerte de su progenitor, este personaje gobernó con el nombre de Pedro I de Portugal. En su coronación hizo desenterrar el cadáver de Inés, la vistió como reina, le puso una corona y obligó a toda la nobleza y a los jerarcas religiosos a que besaran los huesos de la mano y le juraran lealtad. Cuando Pedro I falleció en 1367 sus restos fueron sepultados con los de Inés. Este episodio parece calcado del poema de Quevedo, “Amor constante más allá de la muerte” que termina así: “Serán cenizas, más tendrá sentido; polvo serán, más polvo enamorado”.
En clave mitológica se dice que cuando Aquiles mató a la amazona Pentesilea y le quitó la máscara se asombró por su belleza y tuvo una relación sexual, algo raro aun para una leyenda pues el mítico Aquiles era gay.
En clave literaria, a Carlos Borges, un cura venezolano libertino, de refinada cultura, se le atribuye la autoría del poema Bodas Negras, cuyos versos se usaron para componer una canción de un caso de necrofilia cometido por un personaje cuya novia murió, que dice: /En una horrenda noche hizo pedazos /El mármol de la tumba abandonada/ cavó la tierra y se llevó en sus brazos / El rígido esqueleto de su amada / Se acostó junto a ella enamorado / Y allí en la oscura habitación sombría / De un cirio fúnebre a la llama incierta / Sentó a su lado a la osamenta fría / Y celebró sus bodas con la muerta.
Estos versos magistrales describen la necrofilia, cuya sordidez solo la practican algunos orates, como Smith el ratero necrófilo de Columbus, Georgia.
*Columnista
menrodster@gmail.com
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