Columna


Nefasta estrategia

PEDRO CAVIEDES

29 de agosto de 2015 12:00 AM

Cría cuervos y te sacarán los ojos. Me temo que eso es lo que le pasa al presidente Santos con Nicolás Maduro y, duele decirlo, lo que se vislumbra que le pasará en un futuro con la bandada que cría en La Habana. El problema es que mientras le picotean las pupilas al presidente, sufre el pueblo colombiano.

Con el paso de los días esto solo empeora. ¿En qué embrollo nos metió este presidente, en su terco ánimo de firmar una paz que cada día es menos paz y más concesiones, más Farc? Pero, ¿qué significa más Farc? Pues más guerra; más sangre; más dolor; significa más odio; más terror; más víctimas; más muerte; más caos. Espero que aún esté a tiempo de corregir, pero si tenemos en cuenta el orden que reinaba en el país que recibió, como ningún otro presidente en los últimos 30 años, y lo que pasó hasta ahora con ese orden, quizá estemos hablando de que el presidente Santos pasará a la historia como uno de los peores mandatarios.

Uno de sus primeros pasos fue hacerse amigo, mejor amigo, dijo, del compadre de quien ahora deporta colombianos como si fueran la peste, de unos personajes que resguardan tras su frontera a asesinos que matan y secuestran colombianos, y de un enemigo declarado de la persona que lo catapultó a la presidencia. Sí, la investidura está por encima de las personas, pero una cosa son las relaciones diplomáticas y otra cultivar una amistad cercana con semejantes enemigos de la democracia. 

Hay dos razones por las que los expertos concluyen que Maduro cerró la frontera. Una, para crear un conflicto que distraiga a la opinión y le ayude con el nocaut que parece que recibirá en las próximas elecciones (antes de que los verificadores de UNASUR permitan que se las robe de nuevo). La otra, un instrumento de presión para que Santos no extradite a los Estados Unidos a dos narcotraficantes con información sólida para denunciar a los jefes del llamado Cartel de los Soles, entre ellos al presidente de la Asamblea venezolana, Diosdado Cabello. Seguro que Maduro tuvo en cuenta el precedente de la entrega a Venezuela del narcotraficante Walid Makled hace unos años, gracias a las presiones de Chávez, y espera que cedan de nuevo.

Y es que esa parece la estrategia del ocupante de la Casa de Nariño. Ceder, ceder y ceder. Pero no a cualquiera. Ceder a Chávez, a Maduro, a las FARC, a los corruptos, a Petro. Ceder con tal de que no se le acabe su mandato sin firmar una supuesta paz manchada de sangre, que no es más que un embeleco de consecuencias impredecibles para esta patria.

¿Le importa la gente al presidente, o es que valen menos las vidas perdidas y el sufrimiento de las personas, que su ego?

pedrocaviedes@gmail.com

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