Columna


Ni temporal...ni inestable

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

18 de octubre de 2015 12:00 AM

Mientras en Roma se hace el sínodo sobre la familia, monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, Arzobispo de Cartagena, reunió a su presbiterio para estudiar y profundizar en el Motu Propio del papa Francisco: “Mitis Iudex Dominus Iesus” (El Señor Jesús juez clemente), que se refiere a la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial en el Código de Derecho Canónico.

Frente a la propuesta del papa Francisco no faltaron los juicios ligeros, las interpretaciones sensacionalistas y las valoraciones irresponsables. Algunos se preguntan si ya cambiaron las disposiciones de la Iglesia sobre el matrimonio; si ya se pueden anular los matrimonios y si ya llegamos al “divorcio exprés”.

Precisemos: lo primero es saber que el papa quiso reformar el proceso para estudiar y declarar la nulidad de aquellos matrimonios que, por falta de consentimiento, por defecto de forma canónica o por algún impedimento, no fueron válidos. Esto no nace con Francisco, es algo que la Iglesia siempre ha hecho y que ahora el papa, de manera decidida, acelera, pensando siempre en el mayor bien de las personas. Queda claro que la reforma en el proceso no tiene nada que ver, ni afecta en nada el principio de la indisolubilidad del matrimonio.

Lo segundo es que la Iglesia no puede cambiar la doctrina sobre el matrimonio que estableció Jesucristo su fundador. No puede dar la nulidad de un matrimonio sino declararla una vez comprobado que sí hubo nulidad desde el momento mismo de la celebración.

Lo tercero es que el matrimonio católico se configura en el proyecto de Dios establecido desde el principio. En él los esposos reciben la vocación de formar para siempre una comunidad de vida y de amor en Cristo. El matrimonio católico no es temporal ni inestable.

¿Qué busca Francisco? Algo muy necesario: agilizar los procesos para declarar, no conceder, la nulidad a fin de ayudar a las parejas cuya convivencia es difícil ya que no tuvieron un matrimonio válido y verdadero, pues se casaron sin consciencia de lo que hacían, bajo presión, o con una idea falsa o incompleta del sacramento. ¿Cuántos no están en esta situación preguntándose si hay alguna salida para rehacer su vida o si deben cargar para siempre, su error, su pecado, su ligereza, o las situaciones que viciaron la validez de su matrimonio?

Francisco no quiere multiplicar los motivos que favorecen la nulidad de los matrimonios, quiere agilizar el proceso. Es el tiempo de la justicia y de la misericordia. El señor arzobispo, el padre José Fernando y los párrocos estamos comprometidos en acompañar y sacar adelante estas realidades de nuestro pueblo.

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