Cruel como el titulo, son los criminales que siembran las minas quiebrapatas -así las llaman en su vulgar e indolente lenguaje- cortan de un tajo las ilusiones y vida de inocentes ajenos a la guerra inmisericorde que se libra en este inequitativo país.
Difícil afrontar la realidad de que ocupamos el segundo vergonzoso lugar en el mundo, con más niños víctimas de minas anti personas, -según lo designan los estudiosos- con 57 casos en 2013; por esto hay que concientizarse de que esta guerra hay que terminarla, pero al mismo tiempo salta la pregunta: ¿alguien que es capaz de amputar con un artefacto de guerra a un niño, entenderá lo que es paz? Ellos solo conocen la sangre que corre cual río desbordado en el invierno, sin tener en cuenta si son niños o adultos los que arrastran esos cauces rojos de miseria y catástrofe indiferente a la más primitiva sensibilidad.
Creo que los animales presentan mayor solidaridad entre ellos que unos bastardos asesinos del futuro que trituran las piernas de un inocente niño, quien al jugar pisa tan desproporcionados aparatos de muerte.
Mientras para nosotros los niños son intocables, protegidos, para los bárbaros son un número cualquiera en la confrontación, que no tienen siquiera piernas sino “patas” y por ello en sus retorcidas mentes, hay que quebrárselas… ¿Qué se puede decir ante eso? Cualquier explicación sobra.
La ONG Campaña Colombiana Contra Minas, en el informe “el impacto de las minas antipersonales y los remanentes explosivos de guerra sobre los menores de edad”, nos manifiesta que los cinco países más afectados por esos instrumentos de guerra son Afganistán, con 487 casos; Colombia, 57 casos; Siria, 50 casos; Pakistán, 45 casos; y Yemen, 40 casos. En América solo Colombia aparece al lado de los parias mundiales del terrorismo. En el mundo fueron afectados 1112 angelitos; 33 murieron y 770 sufrieron las consecuencias de las heridas. Las armas que más afectaron a los menores fueron remanentes explosivos de guerra (57 %); minas (12 %); y artefactos explosivos improvisados (14 %), replica el diario El Colombiano.
La sociedad no puede seguir ciega y egoísta ante actos de esta índole, se le debe exigir masivamente a los criminales que abandonen esas macabras prácticas.
¿Alguien no encuentra la relación entre la tragedia de estos niños colombianos y la corrupción existente en el país?, ¿entre los que se ríen frescamente y se reparten la patria mientras las piernas de estos chiquillos se esparcen por los aires con esquirlas óseas? Pensaría que esa relación y culpabilidad es más evidente de lo que muchos creen.
Nos dice el impactante estudio que los casos de niños afectados mundialmente por esta crueldad aumentaron un 39% en el 2013 con respecto al 2012. Sumando el total de casos de civiles, niños, más adultos, Colombia ocupa el tercer lugar mundial con 167 casos, siendo lamentable que los niños representan casi la mitad de todas las victimas civiles con un 46%. Pero bueno que siga Roy Barreras complacido repartiendo té de coca; Dionisio “el hermoso” colgando sus fotos de realeza psiquiátrica; Jhon Bitar, el gerente del hospital Universitario de Sincelejo, haciendo de la suyas; y la corrupción en departamentos como Sucre… cual gárgaras, por señalar solo algunos parroquianos ejemplos, que se suman a los poderosos nacionales como Petro haciendo “conejo” -por decirlo de cualquier manera- mientras los otros, igual indolentes asesinos basados en el discurso de la desigualdad, les “vuelan” –para ellos- las “patas” a los niños.
Coletilla: denigrante foto del general Álzate abrazado y sonriente con sus captores.
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