Luego de resignarnos a la derrota de Colombia ante Brasil, el fin de semana pasado se desataron las peores situaciones de violencia en la ciudad. Si bien hemos tenido fines de semana sangrientos, este que pasó llama la atención porque casi todos los hechos ocurrieron en el seno de las familias.
Las principales noticias de sucesos, nos enteraban el lunes en la mañana que un joven asesinó a su padre, un tío mató a su sobrino adolescente, y una mujer acababa la vida de su marido con una cuchillada en el cuello.
Muy a pesar de que nuestra ciudad ha estado ligada a hechos de violencia por historia, las últimas generaciones habíamos vivido relativamente en tranquilos. Las situaciones de violencia se relacionan por lo general a condiciones particulares del ser humano y su entorno y no solo a factores biológicos o sicológicos.
Cartagena posee múltiples factores que asociados se convierten en el caldo de cultivo para que sus habitantes desencadenen actos de violencia de cualquier índole, y tal como se han exacerbado esos factores, los podemos observar cada vez con mayor frecuencia.
Familias inmersas en condiciones de miseria y pobreza, hambre, falta de oportunidades de educación y trabajo, la desintegración de los valores, el mal uso del tiempo, conllevan a las personas a la descarga de tensiones y fracasos de la peor manera.
Los dos espacios donde se debe trabajar y prevenir la violencia son el hogar y la escuela. Desde el hogar, la familia debe procurar mecanismos efectivos para rescatar el respeto hacia las personas, a la autoridad, la disciplina, el amor y la comprensión y la resolución de problemas mediante el dialogo. En los colegios, los directivos ampliamente respaldados por políticas públicas efectivas; deben apostar por reforzar los valores, el respeto, la tolerancia y la promoción de los derechos.
A los gobernantes exigimos mucho más compromiso, y que junto con la academia y la comunidad, sea posible concertar un trinomio de intervención oportuna y permanente que a partir de experiencias significativas en otros contextos, permita el abordaje de la problemática.
Es lamentable ver como en Bazurto, en el centro y muchas zonas de la ciudad se muestran para la venta CDs con las mejores peleas, de mujeres, de hombres, de niños. Eso es lo que ahora se vende y lo que se compra. Y se compra porque ya toleramos la violencia, porque se ha legitimizado y naturalizado de tal manera que ya no nos horroriza que alguien reciba lo que merece. Aún en nuestra ciudad es posible atacar los factores que generan la violencia, y hacerla una ciudad pacífica. ¿Podemos aportar nuestro granito de paz?
Alvaro E. Quintana Salcedo
Docente Universitario
alvaroquintana@gestores.com
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