Columna


Nueva plaga

PEDRO CAVIEDES

08 de febrero de 2014 12:15 AM

“Los accidentes de tráfico serán la nueva plaga del mundo emergente”, es el título de un artículo en la edición para América del diario El País de España, basado en un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS alerta que para el 2030, si no se toman medidas, las muertes por esta causa ascenderán a dos millones en los países en vías de desarrollo, situándose a la par de las causadas por el virus del SIDA, hoy la principal causa de mortandad en estas áreas.

El artículo habla de “latas abarrotadas de gente y lanzadas a toda velocidad”, y de “una mezcla de infraestructuras inadecuadas, coches viejos, falta de educación vial y de leyes adecuadas”, que son el origen de la alta accidentalidad.

Mientras leía, a ratos, no podía dejar de pensar en Cartagena. Hace dos semanas, cerca de donde vivo, a plena luz del día, un carro ignoró un Pare y chocó a otro que salió disparado contra la acera. Una señora que iba caminando alcanzó a lanzarse para salvar su vida, pero en la caída al parecer se rompió la cadera. Una semana después, en la misma esquina, hubo otro choque. Otro auto ignoró un Pare, y al golpear al otro, lo volcó. En el carro que se volcó iban dos niños. Afortunadamente nadie salió herido. Pero sé que en esa misma esquina ha habido accidentes con heridos graves. Dos cuadras más allá, al otro día, hubo otro choque, de nuevo un carro que no se detuvo en un Pare. La escena es constante. Solo basta echarle un vistazo a la página de Sucesos de este periódico, para encontrarse, entre las guerras de pandillas y los atracos, al menos uno o dos accidentes fatales al día.

Con el crecimiento de la ciudad en los últimos años, es hora de pensar en nuevas formas creativas de señalizar las calles y también de tener en cuenta a ciclistas y peatones. Si no hemos sido capaces de emprender (o culminar) los proyectos de nuevas avenidas y sistemas de transporte masivo, tan necesarios para aliviar el caótico tráfico, al menos intentemos proteger a las personas sobre la base de lo que ya tenemos. En los países desarrollados, por ejemplo, existen para las zonas residenciales estrictos controles en el límite de velocidad y Pares de cuatro vías, en los que todos los carros que llegan a una esquina deben detenerse y en orden de llegada van pasando uno y otro. También existen vías para las bicicletas y se respeta sagradamente al peatón cuando va a cruzar la calle, y a las aceras por donde transita.

Hoy, en la ciudad, parece que el carro acelerara cuando ve que alguien va a cruzar. Atravesar una avenida es como nadar en un río revuelto, repleto de caimanes. Y lo peor es que al paso que vamos, en algunas zonas quizá llegará el día en que, literalmente, también nos ahogaremos en el intento de alcanzar la otra acera.

pedrocaviedes@gmail.com

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