Columna


Nuevos impuestos

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

25 de abril de 2015 12:00 AM

La desesperación y la dificultad nos llevan a soluciones de fuerza para resolver problemas de seguridad, y enfrentar la más cruel insurgencia que confunde concesiones con rendición del Estado.
Mientras algunos se quejan de la ingratitud de las Farc ante diálogos de paz y piden continuarlos sin tantas concesiones, otros recomiendan extremas reacciones.
Pero decidir utilizar las fuerzas legítimas para defender los derechos elementales de una comunidad atropellada no es todo, se necesitan recursos. Arbitrar nuevos dineros para el posconflicto mientras siguen las burlas en La Habana. Es necesario reintegrar a la sociedad 2500 niños reclutados a la fuerza por las FARC, que sólo saben de emboscadas y masacres. El Estado dispone de lo necesario para atender este cometido?  Sí, pero… 
Además de la voluntad, la mística y el respaldo ciudadano se precisa de una logística costosa.
Muchos pensamos que con esos recursos se atenderían necesidades en salud, educación y equidad social, pero también para impedir los daños a nuestra infraestructura social por las dentelladas de una subversión demencial.
Tan grave y dañina como la bala, es la ‘Alca- Bala’ superlativa, que organiza una misión de “sabios”. Cuando los impuestos se desbordan esterilizan el desarrollo.
Los impuestos indirectos son dentelladas en un consumo misérrimo. Ampliar la base tributaria no pasa de ser retórica. ¿Qué base va a ampliarse en un país sin clase media? Gravar gentes con ingresos de 3 salarios mínimos es una locura. El aguacero de gravámenes directos sobre los estados de base a trabajadores que no les alcanzan sus ingresos para subsistir, es un despropósito. Los impuestos prediales, los de rodamiento, valorización, las cargas de salud y pensión. A eso se suman costosos servicios públicos.
Los peajes de los corredores de carga y tantos otros, frutos de la imaginación de alcaldes y concejos, asfixian en desesperanza.  
El desempleo aumenta con el regreso al terruño de la tradicional migración de trabajadores a Venezuela. Una educación costosa, libros y útiles inalcanzables, recibe combustible adicional; una política absurda de tributación que elaboran “expertos”.
No se puede dudar de la inteligencia y la capacidad del Jefe de Estado. Pero hay que rogar a Dios que le ilumine en su obsesión de convencer a unos sordos, que responden a concesiones con perfidia y sangre.
El Presidente cumplió un periplo admirable para ambientar su proyecto internacionalmente, pero no ha podido persuadir a sus interlocutores, ni convencer a un gran sector de la opinión del país sobre la generosidad excesiva de su propuesta.
Liberalismo y tolerancia no pueden ser debilidad. López, Alberto y Carlos Lleras fueron excelsos demócratas y eran rigurosos en impedir desmanes y el caos.

abeltranpareja@gmail.com
 

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