Columna


Nuevos y buenos

HÉCTOR HERNÁNDEZ AYAZO

26 de enero de 2014 12:02 AM

En las listas de senado y cámara que disputarán las próximas elecciones aparecen personas que por primera vez se postulan al congreso y que arguyen esa sola condición de novatos para autocalificarse como buenos, tesis que ciertos electores tienden a acoger.

Sea lo primero decir que algunos de esos nuevos no son más que, valga el símil del evangelio, vinos viejos en odres nuevos o, como de modo prosaico se diría en el actual lenguaje, los antiguos y probados envilecedores de la política en cuerpo ajeno. Sobra decir que tales aspirantes, a pesar de primíparos, son viejos en las prácticas políticas y salen a recaudar los votos que con nefandos métodos cultivaron y cosecharon sus inocultables apadrinantes e inspiradores. Son frutos nuevos de antiguos procesos perversos.

Otros de primera aparición, sin genealogía política censurable, han escogido la senda de los viejos mecanismos tortuosos para la consecución de votos. Significan la continuidad de lo que las gentes sanas desearían cambiar.

Por modo que juventud en edad o en trajín político electoral no comporta sello de bondad, como tampoco la antigüedad política por si mima puede mirarse como una tacha.

Con esto quiero señalar que es engañosa la presentación que se hace de algunas candidaturas tomando la novedad del aspirante como sello de garantía de bondad, al tiempo que reconozco que sí existen aspirantes jóvenes libres de las componendas y escabrosos procederes que han construido nuestra reciente historia política.

El trabajo del elector que busca acertar es analizar los distintos aspirantes para establecer, además de los intachables antecedentes personales y los de su progenie política, los métodos empleados por el candidato y sus propulsores para conseguir los votos.

El debate electoral próximo está bastante huérfano de ideologías, dado que algunos partidos como el conservador celebraron un verdadero festival de avales en que recibieron advenedizos sin beneficio de inventario. Allí también habrá que escrutar quiénes buscan el congreso por beneficio personal y familiar y quiénes por servicio público.

Este escrutinio ciudadano es indispensable porque ya oímos decir cómo los apostadores políticos colocan recursos en empresas electorales que garanticen el bien engrosado retorno de sus inversiones y ya se escucha de compra de votos y de conciencias.

Las elecciones no serán puras sino en la medida en que los electores obren con razón e independencia atendiendo sólo los dictados de su conciencia y con resistencia ante toda suerte de halagos que envuelvan la compra de votos. Los ciudadanos tenemos en las manos la decisión final y a pesar de los corruptos podremos imponer una depuración en el congreso si negamos el apoyo a quienes sabemos que no harán buen uso de su investidura.

h.hernandez@hernandezypereira.com

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