Columna


Obama y la historia

DARÍO MORÓN DÍAZ

04 de julio de 2015 12:00 AM

El presidente Barack Obama logró, en las tres últimas semanas, cambios sustanciales en materia política, social y en la diplomacia en los Estados Unidos. En ese orden de ideas el Tribunal Supremo avaló el Obamacare, programa de Salud que había sido boicoteado reiteradamente por los congresistas republicanos. El alto tribunal aprobó por votación de 6 a 3 la Ley de Cuidados de Salud Asequibles, que es pilar fundamental del Obamacare. La Corte dictaminó que se mantendrán los subsidios federales encaminados a proporcionar un seguro de salud a millones de estadounidenses que no tienen cobertura.

Un fallo adverso del Tribunal habría dejado sin la ayuda media mensual de 270 dólares que reciben del Gobierno los ciudadanos más pobres, lo que habría significado la desaparición del Obamacare. Otro éxito del mandatario tiene que ver con la decisión de ese mismo Tribunal que aprobó el matrimonio igualitario en todos los Estados de la Unión incluyendo a Puerto Rico. El presidente argumenta que la prohibición del matrimonio entre las personas del mismo sexo es inconstitucional porque viola la decimocuarta Enmienda de la Constitución, en la que se propone “igual protección ante las leyes” de todos los ciudadanos.

De contera en el Congreso obtuvo otro triunfo: la aprobación del paquete legislativo sobre la “vía rápida” que le permite negociar los tratados de comercio internacional sin interferencia del Congreso. Con esa decisión se dinamizarán las negociaciones de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con otras naciones de la cuenca del Pacífico.

Por último Barack Obama y Raúl Castro anunciaron simultáneamente la apertura de las embajadas en sus respectivos países a partir del 20 de julio. Este es sin duda un hecho relevante que acaba con una política fracasada durante 54 años que impedía el normal intercambio entre los Estados Unidos y Cuba. A la vez es un acto que define el talante democrático del presidente Obama, así como su capacidad de liderazgo al hacer prevalecer su pensamiento e ideología en relaciones internacionales.

Obama afirmó: “No podemos mantener secuestrado el futuro de Cuba en el pasado”, y rememoró las palabras con las que el presidente Dwight D. Eisenhower anunció el cierre de la embajada en 1961. Indudablemente este es un hecho histórico, que abrirá un nuevo capítulo en las relaciones de Estados Unidos con América Latina. Al deshacerse de “una política que no ha funcionado”, los Estados Unidos demostraron “que no tenemos que ser prisioneros del pasado”.

Estos triunfos del Presidente Obama lo inscriben en un lugar privilegiado, al lado de Abraham Lincoln, en la historia de los Estados Unidos.

*Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.
dmorond@gmail.com

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