Columna


OK, con reservas

RUDOLF HOMMES

23 de marzo de 2014 12:02 AM


El crecimiento de la economía en 2013 no es espectacular pero es satisfactorio. Aumentó el PIB 4,3 por ciento, un poco menos de lo que esperaba el Gobierno, pero cerca del pronóstico del Banco de la República y superior al promedio de la región. El ministro de Hacienda atribuye el resultado a la intervención del Gobierno a través del gasto y la inversión pública y del PIPE, programa de estímulos para impulsar la producción.
El sector que más creció fue el de construcción, que tiene capacidad de arrastre y responde a la inversión y gasto públicos y privados en vivienda y en infraestructura. Esto también incide positivamente sobre el consumo, que impulsó el crecimiento. Sorprende que la agricultura y la ganadería crecieron al 5,2 por ciento en 2013, el tercer sector de mayor crecimiento. Esto contradice la sabiduría popular y le quita piso a los promotores del paro agrario.
Los resultados no justifican dicho paro ni los subsidios que varios sectores pretenden obtener con él. El panorama sombrío no corresponde al buen desempeño de la agricultura en el año. Entre los que más se quejan y peor ambiente crean están los cafeteros, cuyo sector fue el que más impulsó el crecimiento de la agricultura, tanto por más la producción como por mayores precios. Es hora de pararle bolas a las estadísticas y no a la propaganda irresponsable de los gremios, para no desviar recursos de sectores que los necesitan para subsidiar otros que están relativamente bien. 
Sigue mal y sin que se perciba corrección ni ideas para solucionarlo, la industria manufacturera, con caídas consecutivas en el valor agregado y perdió participación en forma acelerada en la producción y en el empleo total. Sobre estas tendencias se repite en estas columnas que es necesario reformular una estrategia de desarrollo de la industria manufacturera. El problema es que no se sabe bien qué se debe hacer para revertir las tendencias, y por eso es más imperioso discutir y buscar soluciones.
La economía y la calidad de vida en este año de elecciones son relativamente buenas, con perspectivas de mejorar, pero hay una nueva preocupación: había una saludable devaluación que refleja la situación de la economía mundial y el cambio de políticas del Banco de la Reserva Federal, pero por una variación más o menos arbitraria en la composición de activos de un índice de un banco de inversión, hubo una súbita revaluación del 3,2 por ciento en tres días, que comenzó ya a devolverse y no tiene soporte en la economía mundial, pero creó una percepción de mayor volatilidad en la tasa de cambio. Parece que hace falta estabilidad entre los objetivos de manejo monetario y cambiario del Banco de la República y del Gobierno. No tiene sentido una revaluación de poca duración de ese tamaño porque alguien compra más TES y el Banco y el Gobierno no hagan algo para suavizar el impacto y mantener el curso.  
 

Los resultados no justifican dicho paro ni los subsidios que varios sectores pretenden obtener con él. El panorama sombrío no corresponde al buen desempeño de la agricultura en el año.
Sigue mal y sin que se perciba corrección ni ideas para solucionarlo, la industria manufacturera, con caídas consecutivas en el valor agregado y perdió participación en forma acelerada en la producción y en el empleo total. 

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