Columna


Otra guerra

MIGUEL YANCES PEÑA

17 de octubre de 2016 12:00 AM

Dos hechos inverosímiles se presentaron la semana anterior a esta que terminó ayer. El primero, el triunfo del NO en el plebiscito; y el segundo, el Nobel de Paz al presidente.

Si bien al enterarme del resultado del plebiscito, y escuchar a Timo diciendo que lo aceptaba, que no volvería a utilizar las armas, solo la palabra, desmintiendo la ameniza de guerra urbana con que nos intimido el presidente, entendí que el NO había unido al país alrededor de la paz; horas más tarde, cuando me enteré del Nobel, me di cuenta que nos volvería a dividir. No le voy a botar más corriente a este último suceso; ya expresé, que no había valores humanos que reconocerle y  sirvieran de guía a la humanidad, como tampoco logros.

Pero el triunfo del NO, contrariando mis pronóstico, ha desatado toda una guerra de interpretaciones, protestas, demandas, calumnias, injurias, entre otras, que bien “podría ser” la nueva forma de lucha orquestada por la guerrilla a través de sus comandos en la vida civil, mientras mantiene desde Cuba un discurso conciliador. ¿De eso se trata, decir una cosa, mientras se hace la otra?

Se descalifica que el CD haya participado en un plebiscito que había denunciado; y que ahora que ganó, no persista en ellas, siendo que los del SÍ hacen lo inverso: callados, seguros de ganar, antes; alborotados ahora al perder. Es natural que se denuncie la violación de las reglas antes del partido, pero si la única opción es jugarlo, se hará, porque de lo contrario se pierde. Pero no es ético lo segundo, apoyar el proceso y desconocer el resultado.

También que la demanda que instauró el CD contra el AL 01/2016, se limitó al art quinto, precisamente el que lo hunde al haber ganado el NO. Absurdo, si ese es el objetivo de toda la alharaca con el plebiscito, porqué ganando el SI también se salvaba el AL, y se acababa con la democracia. Cabe preguntarse, ¿esos son los que quieren la paz? Paz mientras todo sea como ellos desean; de lo contrario mantendrán otras formas de destruir e intranquilidad.

La verdad es que la paz como sinónimo de tranquilidad nunca la habrá: mientras unos en el mundo se adaptan, se acomodan a las circunstancias (los conformes), el resto busca como cambiarlas a su favor: esa es la eterna lucha que nos ha llevado a formas de vida superiores. La paz se trata entonces de, en esa lucha, no violar normas éticas y morales construidas después de tantas guerras de dominación que ha sufrido la humanidad.

La guerrilla dice abandonar las armas, repito, pero ha enfatizado otras formas de lucha como la calumnia, la injuria, la descalificación, la distorsión y la movilización, entre otras, para lograr sus fines. 

*Ing. Electrónico. MBA.

MIGUEL YANCES PEÑA*
movilyances@gmail.com

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