Columna


Pandora

CARMELO DUEÑAS CASTELL

22 de noviembre de 2017 12:00 AM

Antes de la historia, como salido de un episodio de Dragon Ball y los super saiyajines, todo era gobernado por los titanes y las titánides, siete parejas que dominaban el universo. Cada pareja tenía a su cargo un planeta y un día de la semana. Cronos y Rea eran responsables de Saturno y del mejor día, el sábado. Prometeo era el responsable de los miércoles. Se dice que Prometeo, con barro, creó a los mortales y se convirtió desde entonces en su defensor. Prometeo engañó varias veces a Zeus para defender a los hombres. En represalia Zeus, en asocio con otros dioses, urdió un macabro plan de venganza: crearía a la más hermosa de las criaturas y se la daría a Epimeteo, hermano de Prometeo, para castigar de paso a toda la humanidad. Zeus le ordenó a Hefesto que hiciera con arcilla una hermosa mujer; Afrodita y Atenea le dieron gracias y virtudes; dicen que Hermes le dio la capacidad de seducir, y otras cualidades non sanctas. El nombre de la bella mujer era Pandora, que significa: “que tiene todos los dones” o que “tiene dones de todos los dioses”.

Prometeo, receloso, convenció a su hermano de rechazar tal obsequio. Sin embargo, Prometeo burló nuevamente a Zeus y le robó el fuego de los cielos para dárselo a los mortales. Por ello Zeus, furibundo, mandó a encadenar eternamente a Prometeo en las montañas del Cáucaso. Un águila le comía el hígado en la mañana y, como era inmortal, el hígado le crecía de noche y al día siguiente se repetía el doloroso ritual. Con eso Epimeteo, muerto de miedo, aceptó el regalo de Zeus y se casó con Pandora. El mismo Homero en su Ilíada nos dice que en casa de Zeus había dos ánforas, una con los bienes y otra con los males. Aunque la literatura popular habla de una caja, uno de los regalos de boda fue un ánfora o tinaja, ovalada, sellada y con instrucciones claras de que no debía abrirse nunca, so pena de grandes y horribles castigos.  Pandora, adornada con la curiosidad de género y, contrariando los consejos y advertencias de los dioses y de su marido, abrió la tinaja; al abrirla escaparon las más horribles criaturas, todos los males y las más grandes desgracias que invadieron el mundo (enfermedad, locura, rencor, vejez, pasión, vicio, plaga, hambre, etc). Cuando Pandora alcanzó a cerrarla, allá,  en el fondo solo quedaba Elpis, el espíritu de la esperanza. La Esperanza salió en último lugar, para evitar que los mortales enloquecieran ante la gran desesperación por tantos males juntos.

En el principio, los mortales atribuían lo inexplicable al designio de los dioses y depositaban en ellos sus oraciones y súplicas. Enfrentados a los más graves problemas y las más difíciles situaciones, pobres mortales, en nuestra Cartagena abandonada de los dioses y políticos, solo nos queda confiar en Elpis y entregarnos a ella esperando que las cosas, estando tan mal, solo pueden hacer una cosa, mejorar.

*Profesor Universidad de Cartagena.

CARMELO DUEÑAS*
crdc2001@gmail.com

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