Columna


Papas no vienen todos los días

ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.

27 de abril de 2015 12:00 AM

Gracias por el anuncio de que nos dará con su argentina infalibilidad en 2016.  Le lagarteo un huequito en su apretada agenda. Lo espero a almorzar, perdón, lo espera a almorzar, desesperado, el presidente Santos para dejarse ganar al póquer a cambio de que le ayude con la casquivana paz.

Para un papa argentino visitar a Medellín es obligatorio. Recuerde que su vecino uruguayyyyyo, Carlitos Gardel, de quien se apoderaron los gauchos, murió en el Olaya Herrera. Lo esperan la calle 45, en Manrique, el Vaticano del tango, con su Casa Gardeliana.

Veo a su festiva Santidad, el Pepe Mujica de los argentinos, cantando “mi Buenos Aires, querido”.

Su paisano Borges, otro visitante de Medellín, dijo que “el papa es un funcionario que no me interesa”. Usted lo perdonará. Es su trabajo. Si ahora que tiene la sartén del poder por el mango  relee los poemas a los dones de Borges,  lo canonizaría en menos que tarda El vals del segundo, de Les Luthiers. Sería el primer santo ateo. Tiene mi nihil obstat.

Otro paisano suyo, don Leonardo Nieto, dueño del Salón Versalles, ametrallado de diplomas, está dispuesto a arruinarle la pontificia dieta con pecaminosas empanadas argentinas.

¿Le sobran algunos kilos? Los médicos cartageneros que hace unos años limaron la panza de san  Maradona, quien alborotó hace poco en Macondo, harían lo mismo con su educación.

Lo veo escaparse de noche,  disfrazado de motociclista, como el presidente francés, Hollande, rumbo al Patio del tango, en el barrio Antioquia, o al bar Málaga.
En Medallo han jugado miles de argentinos. Los que se quedaron venden delicioso churrasco. El sabio de la tribu en fútbol, Oswaldo Juan Zubeldía, murió acá.
Un hombre como usted que no tiene presa mala, como la suculenta Isabel Sarli, debe saber que en Medellín nos criaron con frisoles, mazamorra, arepas y tangos. Además, aquí tratamos de vos hasta al Corazón de Jesús en la jaculatoria famosa.

Lo esperamos, che, Pacho, y perdone la igualada pero usted no parece papa sino un vecino de Corrientes 3,4, 8, segundo piso, ascensor.

No olvide echarnos una mano con la paz. La violencia ha sido tal que provoca blasfemar con Atahualpa Yupanqui: “Dios por aquí no pasó”.

oscardominguezg@outlook.com

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