Columna


Parece que fuera hoy

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

22 de agosto de 2013 12:00 AM

Es desalentador leer apartes de la historia de la Cartagena del siglo 18, porque los males de la ciudad son muy viejos, casi endémicos y parece que hicieran parte de la génesis y la herencia cultural del pueblo cartagenero.
El profesor de historia latinoamericana, Lance Grahn, dice de la economía cartagenera de esa época: “Ante la escasez natural de bienes importados legalmente y la fácil disponibilidad de mercancías de contrabando, los burócratas, los comerciantes, el clero, y los militares de Cartagena fomentaron el negocio del comercio ilegal en 1721. Los contrabandistas manejaban sus negocios abiertamente con todos los sectores de la sociedad”. Para poner un ejemplo; un funcionario del puerto involucrado en el contrabando observaba que el comercio ilegal era muy difícil de reducir porque decía; “Aunque es visto, la prueba nunca es encontrada porque los criminales siempre salen santificados, en caso de que no con la ayuda de Dios, con la ayuda de los jueces”.
Eran tantos los desmanes y problemas de la administración pública que uno de los motivos para crear el Virreinato de la Nueva Granada en 1719, fuera de la jurisdicción del de Perú, era fortalecer el control a tan graves problemas. Pero a pesar del intento de reforma, el gobierno virreinal creado no pudo reprimir el contrabando e intensifico la corrupción en la administración pública. Era tanta que la Corona envió a un abogado, especie de fiscal, Antonio de la Pedrosa y Guerrero, y anota el historiador Grahn:  “cuando Pedrosa llego a Cartagena en septiembre de 1717, halló la ciudad en desorden financiero, con una administración corrupta. Pero Pedrosa no pudo erradicar la corrupción. El comercio ilícito era una forma de vida local que ligaba a políticos, oficiales militares y comerciantes en una poderosa y obstinada camarilla de contrabandistas”.
Pasaron casi 300 años y la situación sigue casi igual. Habrá entonces que darle otro tipo de sanciones que no podrían venir del sistema judicial vigente, porque en algunos casos está igualmente corrompido. Tienen que venir de la misma sociedad civil y podrían ser quizá sanciones morales y sociales, como expulsar a los corruptos de la comunidad cartagenera, el rechazo de los clubes o el medio social al que pertenecen, la excomunión de la Iglesia, el retiro del afecto y la aceptación social, la exclusión de sus hijos de los colegios y el rechazo total, hasta retirarlos de la ciudad. Los corruptos que amasan grandes fortunas, a donde llegan se les rinden pleitesías digna de faraones y como decía el funcionario del puerto en 1721,  “siempre salen santificados”.
*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

gabrielrodriguezosorio@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS