El futuro del planeta está en manos de todos, pero deciden pocos. En la cumbre de cambio climático de diciembre en Paris los gobiernos tendrán que hacer que la Tierra deje de ser “un inmenso depósito de porquerías”, como dijo el papa Francisco. De persistir la contaminación, la temperatura sobrepasará los dos grados centígrados este siglo. Los científicos dicen que un grado adicional traerá desastres naturales, extinción de especies y escasez de alimentos, agua y energía.
Francisco va más allá en Alabado Seas y dice que la falta de cuidado ambiental derivará en mayor miseria, guerras y menos vida.
No es casualidad lanzar este documento antes de la cumbre de Paris donde deberá firmarse un acuerdo mundial obligatorio en reemplazo del fracasado de Kioto. Francisco desafió a los líderes mundiales: “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”.
Francisco no duda sobre si el calentamiento es causado por el hombre o es natural. Acusa a los líderes mundiales por su “debilidad de reacción” y por someter la política a la economía y la tecnología. A esta “debilidad internacional” la describe como gran causa de los fracasos de cumbres anteriores.
El documento reta a todos los gobiernos, principalmente a lo más a ricos, a tomar decisiones drásticas: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”
Francisco tiene una estrategia concreta para machacar por decisiones ecológicas urgentes y hacer a todos responsables. Usará el Congreso estadounidense en su viaje de setiembre, así como esta semana convocó a un foro sobre medioambiente en el Vaticano. A 60 alcaldes del mundo, los comprometió a trabajar más allá de lo que hagan los presidentes mundiales. “La Santa Sede o tal país podrán hacer un buen discurso en la ONU, pero si no hay trabajo desde la periferia al centro, no tendrá efecto”, concluyó.
La mayor conciencia ecológica da frutos. China, el mayor contaminante con 27% de las emisiones mundiales, después de EEUU con 17,7% y la Unión Europea con 9,9%, anunció que descarbonizará su economía. Prometió que para 2030 el 20% de su energía será renovable y reducirá en 60% su uso del carbón.
En coincidencia con el foro del Vaticano, Francia organizó esta semana una Cumbre por el clima. El presidente Hollande concluyó que el cuidado del ambiente es un deber moral y que la reunión de París es una oportunidad histórica. Comparó este proceso ecológico con el de los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial.
La misma dimensión la dieron 36 premios Nobel en Alemania: “Si no se revisa nuestra cada vez mayor demanda de alimentos, agua y energía, acabará por sobrepasar la capacidad que tiene la Tierra para satisfacer las necesidades de la humanidad, y llevará a una tragedia humana a gran escala”.
Los acuerdos en París son una oportunidad histórica para la invocación de Francisco por una “solidaridad universal nueva”, con más equilibrio económico, menos desigualdad mundial y, sobre todo, con más paz.
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