Columna


Paros, bloqueos y más

JORGE ALVIS ARRIETA

30 de agosto de 2013 12:00 AM

Protestas, bloqueos y otras acciones de los campesinos, a las que se han sumado transportadores, docentes, sindicatos y estudiantes universitarios, entre otros, tienen en jaque al país y al Gobierno nacional en los últimos días. 
Justos o no sus reclamos, el “Paro Agrario” expuso la fragilidad del sistema de seguridad alimentaria, es decir, el acceso de la población a alimentos. El país tiene la producción agrícola concentrada en ciertos puntos (Sabana de Bogotá, Boyacá, Santanderes y Valle del Cauca) y desde allí se distribuye a las demás regiones.  
Cartagena ha perdido terreno en seguridad alimentaria. La violencia y el conflicto armado en zonas rurales que son la despensa de la ciudad debilitaron la oferta autónoma de alimentos, generando dependencia en otras regiones. La producción de los Montes de María no basta para satisfacer la demanda de los cartageneros y de otros habitantes de Bolívar.
La producción agrícola de las zonas aledañas a Cartagena también ha caído. ¿La razón? El cambio en sus estructuras económicas, producto de la ampliación de las áreas destinadas al turismo, especialmente en la Zona Norte y las islas, que incentivó la venta de propiedades de los nativos. En efecto, tierras tradicionalmente dedicadas a cultivos agrícolas y cría de animales son hoy lotes con proyectos turísticos en marcha o simplemente predios de “engorde”. Los campesinos sin tierra no producen alimentos, por el contrario, los demandan.
En La Boquilla, Manzanillo del Mar, Punta Canoas, Arroyo de Piedra, Arroyo de las Canoas, Loma Arena, Pueblo Nuevo, y Galerazamba, en la zona continental, y en  Bocachica, Punta Arena y Caño de Loro, en Tierrabomba, muchos  habitantes que se dedicaban a la agricultura y a la pesca ya no lo hacen, contribuyendo a un panorama desolador en pobreza y oportunidades económicas.  
Esto ha dado paso al predominio de una economía de “rebusque”, asociada a actividades informales en el sector servicios (mototaxismo, ventas ambulantes, servicios personales, actividades artesanales y otras vinculadas al turismo).
Recuperar la vocación agrícola de las zonas rurales de Cartagena y proteger las tierras destinadas a la cría de animales deben formar parte de una agenda de desarrollo territorial. Si los habitantes de pequeños pueblos en la zona de influencia de la ciudad  tienen oportunidades económicas a partir de sus actividades tradicionales, seguramente disminuirán tanto el incentivo para migrar a Cartagena en busca de mejores oportunidades como los riesgos a la seguridad alimentaria en la ciudad, incluso en medio de paros y bloqueos como los que hoy vive el país.  
*Profesor, Programa de Economía, UTB
jalvis@unitecnologica.edu.co

 

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