Columna


Participar o abstenerse

JUAN CAMILO OLIVEROS CALDERÓN

16 de septiembre de 2016 12:00 AM

Las elecciones presidenciales de 2014 transcurrieron en medio de la aguda confrontación política entre quienes respaldaban la reelección de Santos y los que apoyaban la candidatura de Zuluaga. Los primeros apostaban por las conversaciones en La Habana y los segundos atendían los reparos que el expresidente Uribe les hacía a la negociación. Los enfrentamientos traspasaron los espacios y actores políticos habituales, y las diferencias entre amigos, familiares y personas cercanas fueron recurrentes.

En aquel momento unas encuestas daban como ganador al hoy presidente y otras a Zuluaga. La lucha fue reñida y por ello la abstención cayó entre la primera vuelta y la segunda, al pasar de 60,1% a 52,2%; más de 2,5 millones de personas que inicialmente no participaron, se animaron a votar.

La literatura académica en ciencia política, especialmente la relativa al comportamiento político, puede ayudar a explicar estos hechos. Según ésta, entre más reñida sea la elección, mayor es la participación. Esto se debe a que las personas que usualmente no votan podrían considerar hacerlo si creen que su voto será determinante.

El que más de la mitad de nuestros conciudadanos no voten es propio de la cultura política colombiana. Pero ahora el debate sobre la participación electoral es el llamado umbral aprobatorio del 13% del plebiscito por la paz, distinto al umbral de participación del 25% de un referendo convencional.

El umbral de participación del 25% obliga a que, al menos, una cuarta parte de las personas habilitadas para votar en el censo electoral efectivamente voten en un referendo y, que adicionalmente, el sí obtenga más votos que el no.

Bajo esas condiciones, la estrategia de quienes no comparten la reforma o propuesta a votarse puede ser más efectiva si promueven la abstención, ya que obligarían a los del Sí a lograr una participación del 25%, mientras que los votos por el no ayudarían a superar el umbral.

De esta manera el umbral de participación propicia la abstención y, para efectos políticos, no sería posible saber si quienes se abstuvieron lo hicieron para negar el mecanismo o simplemente no quisieron votar.

Por su parte, el umbral de aprobación le exige al plebiscito por la paz superar el 13% de votos por el Sí, teniendo como referencia el 100% al censo electoral, y le pide obtener más votos que el No, independientemente de cuántas personas participen.

El umbral de aprobación estimula la participación y descarta como estrategia el optar por la abstención. Por lo tanto, si usted está por el Sí o por el No, es preciso que salga y vote.

*Profesor del Programa de Ciencia Política y RRII, UTB

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