Columna


¡Pendejos!

CRISTO GARCÍA TAPIA

12 de junio de 2014 12:02 AM

En tanto la “guerra periférica” no altera la cotidianidad y la convivencia urbana del poder, es de observar que en cincuenta años de matazón los intelectuales colombianos, la inteligentzia, nunca se hayan percatado ni visto ni oído del conflicto.

Y solo ahora, en la coyuntura electoral y por obra y gracia de la reelección, vengan a suscribir proclamas y a darse por aludidos de la tragedia humana, social, económica y cultural, de la guerra nuestra de cada día.

A lapidar, en nombre de la paz de Santos, trasunto de pax romana, a quienes desde su libre albedrío ponen en duda que si no gana la reelección, Colombia, sus instituciones, su economía, el medioambiente, la ganadería, la agricultura, la educación, pública, los peajes, los ríos, las costas que aún quedan, el espectro electromagnético, la bandera, el himno nacional, el festival vallenato, la corraleja de Sincelejo, los títulos traslaticios del poder político de padres a hijos, el fenómeno de El Niño, las zonas francas, la selección Colombia, dejarán de existir.

¡Pendejos!

En esas, en la misma guerra de distintas denominaciones, llevamos décadas y siempre se invoca la paz para continuarla e intensificarla, que no para ensayarla, la paz, siquiera por lo que dura el mandato presidencial que la asume como bandera electoral en sus programas.

Y nada distinto ha pasado que empoderar a los herederos de los títulos traslaticios del poder en Colombia, entre los más codiciados la guerra.
Oscar Iván y Juan Manuel Santos y viceversa, no vienen a ser nada distinto que personeros de un modelo agotado, igual que el país inmóvil sobre el cual se desplazan e imponen una ideología y modelo que en nada ha contribuido a hacerlo más pacífico, moderno, desarrollado, competitivo, conviviente, incluyente y menos desigual.

De eso, ni el uno ni el otro están en condición de hacer votos de confianza y credibilidad. Y si de la guerra y la paz se tratare, pues uno y otro siempre le han apostado a la primera por y con todos los medios, validos e inválidos.

De lo cual sabe, pero es como si no lo percibiera, el país inmóvil que se debate entre la paz de Santos y la guerra de Oscar Iván Uribe, siendo que la paz de uno y otro no viene a ser sino la misma y única guerra de los dos.

Y pensar que nuestra inteligentzia, el círculo cuadrado de la intelectualidad colombiana, despelleja sin piedad, lapida y condena en la corte marcial de sus tribunas, mejor hogueras, a mismos de los suyos que manifiestan de manera desprevenida su incredulidad de Santos.
Porque creen, con apasionada y arrobadora ceguera, que descreer de Santos es apoyar a Oscar Iván, la otra cara del modelo Santos. Y viceversa.
¡

Pendejos!
*Poeta

elversionista@yahoo.es

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