Columna


¿Por qué la paz?

RUDOLF HOMMES

25 de mayo de 2014 12:02 AM

Hay un sinnúmero de razones para desear la paz que van desde no tener la certeza de poder acabar con la guerrilla por otros medios, hasta el beneficio económico de tener un país en paz. El ministro de Hacienda calcula que esto puede representar un punto anual adicional del PIB, lo que en valor presente puede equivaler a medio PIB. El beneficio puede ser bastante mayor si la guerrilla y la droga desaparecen y se llevan consigo varias otras actividades criminales. Por ejemplo, no se sabe cuánto se pierde en iniciativa en un país que castiga el éxito económico con el secuestro, o que le impone un nivel de riesgo a la actividad productiva.

La pérdida de competitividad de los productos colombianos ocasionada por el efecto de las exportaciones ilegales de droga, o los costos adicionales que se le agregan a las exportaciones por tener que incurrir en costos de seguridad y prevención de que se contaminen los envíos al exterior con cargas polizonas de droga, más el riesgo de perder cargamentos legales por interceptación de la guerrilla es algo que cambia radicalmente con la paz, tal como está concebida, sin contar con el beneficio social de erradicar los cultivos y el tráfico ilegal de droga. Todo esto podría elevar el beneficio económico a dos puntos del PIB por año, o más. Entonces el valor presente de la paz podría equivaler a que nos ganáramos un año adicional en crecimiento.

Los traquetos tendrían que convertirse en empresarios productivos, proveedores de bienes y servicios legales, para sostener su estilo de vida pues otras actividades criminales distintas a la droga o el contrabando de armas no son tan rentables. Si los jóvenes ambiciosos de provincia, en vez de buscar la plata dulce en el narcotráfico crearan otras empresas, si los hijos de la burguesía que permanecen tentativamente en el exterior regresaran, y si los hijos de la pequeña burguesía dejaran de soñar con imitarlos, y todos ellos se pusieran a trabajar, la contribución económica de la paz podría ser aún mayor.

Hay otras cosas que sumarle al beneficio puramente cuantificable: las familias podrían conservarse sin tener que entregarle jóvenes a la guerrilla o al Estado. La posibilidad de desarrollar regiones que esperan ser desarrolladas. El potencial de crear un "sueño colombiano" que no se estrelle cada día con la pesadilla de las masacres, las desapariciones, los desalojos y la miseria.

La paz traerá consigo importantes transformaciones. El Estado colombiano tendrá que cambiar su modelo político clientelista, el sistema de toma y daca, sin caer en el populismo que es la alternativa más fácil y menos productiva. El peligro del post conflicto es que se opte por ella. Ya se han dado los primeros pasos, por ejemplo en la manera como se negocian los paros y en las concesiones que tuvieron que hacérsele a la Marcha Patriótica para desmontar el paro agrario y a FECODE para desactivar el paro de maestros (habrán notado que el acuerdo que apareció como aviso en los diarios no lo firmó el Ministro de Hacienda).

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