Columna


Proceso de paz y reelección

JORGE TIRADO NAVARRO

14 de agosto de 2013 12:20 AM

Las encuestas de las últimas semanas revelan que el país está dividido entre quienes apoyan la gestión del Presidente Santos y quienes la desaprueban, al tiempo que el rechazo a la reelección ascendió al 60%. Está claro además, según los pronunciamientos del Gobierno y  la oposición uribista, que la próxima campaña presidencial girará en torno a la guerra y la paz, siendo necesario vaticinar los efectos que esas encuestas pueden generar en La Habana y en el debate presidencial.
Esos últimos sondeos de opinión pueden acelerar las negociaciones de paz. El presidente exigirá acuerdos tangibles antes de que finalice el año, porque la suerte de su administración –y su eventual reelección- está ligada en forma indisoluble al proceso. Por su parte, a las Farc no les conviene que Santos se debilite, pues necesitan a una contraparte con músculo para firmar el acuerdo que ponga fin al conflicto, con un próximo Gobierno comprometido con implementar los acuerdos de La Habana. Es así, porque cualquier dilación o aplazamiento injustificado en las conversaciones afectará tanto al Gobierno como a las Farc, y ante esa realidad las partes tendrán que negociar con más y celeridad.
La realidad política indica que el proceso de paz tiene ahora plazos fatales y fecha de caducidad. El éxito del proceso y las la reelección dependen en gran medida de que el presidente Santos pueda recorrer el país con la paz en la mano, convirtiendo la refrendación popular de los acuerdos de La Habana en su más importante bandera política. Así, el acuerdo debe estar suscrito a más tardar en marzo. En ese escenario, el presidente Santos, con un proceso de paz exitoso y prevalido del poder presidencial luciría como el candidato más fuerte para el próximo cuatrienio. 
Por el contrario, una negociación estancada o fracasada en plena campaña presidencial, fortalecerá a los opositores, dejará con poco oxígeno al proceso de paz, y reducirá las probabilidades de éxito de un Gobierno que avale los diálogos y la reconciliación. Esto le permitirá al uribismo ir a las elecciones parlamentarias y a las presidenciales con un entorno propicio para sus tesis ideológicas, pudiendo forzar una segunda vuelta en la elección presidencial del 2014.
Entretanto, los uribistas seguirán lanzando dardos y ataques a diestra y siniestra, por lo que el Presidente deberá gobernar con las mejores políticas públicas, sin olvidar, como jefe de Estado, que tal como lo dijo Carlos Fuentes en La Silla del Águila, “la política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos”. Presidente, su deber es la paz.
*Abogado y Filósofo

tiradojorge@hotmail.com

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