Columna


A propósito de la foto del encuero sobre la estatua

LUIS ALBERTO PERCY

02 de noviembre de 2017 12:00 AM

En los últimos días ha causado revuelo en Cartagena una foto que circula en las redes sociales donde aparece un hombre desnudo encima de la estatua del maestro Fernando Botero ubicada en la plaza de Santo Domingo. Este acto demuestra no sólo la capacidad histriónica e histérica de este personaje, sino que revela el poco respeto que puede tener una persona por uno de los símbolos de la ciudad, al que todos los cartageneros queremos y desde luego respetamos.

Sin embargo, situaciones como esta se viven día a día en Cartagena y son extrapolables a sectores tan disimiles como el de la salud.

Resulta que en la ciudad existen más de quince mil de personas afiliadas a EPS foráneas que poca o ninguna presencia tienen en la ciudad, las cuales padecen día a día los inconvenientes de su afiliación.

Haciendo un símil, a estas EPS les pasa lo mismo que al hombre de la estatua, se sientan encima de la ciudad y no sólo ponen en riesgo la salud de sus miles de afiliados si no la salud de varias de las instituciones en donde se prestan servicios a sus pacientes.

En una flagrante contravención a las normas y reglamentaciones vigentes, las EPS no sólo no tienen establecida una red de atención para sus afiliados, sino que además no cumplen con los pagos que están obligadas a hacer a las IPS que atienden a sus pacientes, poniendo además todas las trabas inimaginables para que las cuentas sean radicadas. La ecuación a este respecto es sencilla: si las cuentas no se pueden radicar no hay dinero que cobrar.

¿Hasta cuándo los afiliados, las clínicas y hospitales de la ciudad vamos a tener que aceptar que se sienten encima de nosotros como el hombre en la estatua de Botero?

En septiembre, la Superintendencia Nacional de Salud conminó a estas EPS a cuatro puntos específicos: Uno, establecer una red de atención integral en la ciudad, que permita a sus afiliados la posibilidad de ser atendidos en Cartagena a través de una red de clínicas y hospitales pre establecida, que garantice un servicio integral y de calidad para su población. Dos, disminuir la tramitomanía y las barreras de acceso administrativas para usuarios y prestadores, con el fin de que sus afiliados tengan la posibilidad de realizar trámites de manera fácil y oportuna y que los prestadores desarrollen una relación contractual normal sin necesidad de desplazarse a ciudades como Barranquilla, Montería, Cali e incluso Bogotá. Tres, conciliar sus cuentas con las tres IPS que atienden a la mayoría de su población  afiliada (Hospital Universitario, Maternidad Rafael Calvo y Casa del Niño). Y cuatro, garantizar la sostenibilidad de la atención de sus pacientes a través de un punto crucial: mejorar sus pagos.

Un mes después estas EPS foráneas no han cumplido con sus tareas, la situación sigue igual y en algunos casos pareciera que empeora.

Esta situación es igual a la del hombre de la estatua, todo el mundo lo ve, todo el mundo lo sabe, la foto está allí, pero nadie hace nada, sigue sentado encima de la ciudad sólo que en el caso de la Salud estamos hablando de la vida de población vulnerable y que todos estamos obligados a proteger.

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