Columna


Pulitzer y corrupción

RICARDO TROTTI

16 de abril de 2017 01:11 AM

Los prestigiosos premios Pulitzer al periodismo estadounidense se conocieron esta semana. Galardonaron varias investigaciones periodísticas que destaparon hechos importantes de corrupción, como los Panamá Papers.

El diario The Miami Herald, en conjunto con el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos, obtuvo el premio en la categoría “periodismo explicativo” por una investigación sobre empresas offshore contenida en 11,5 millones de documentos filtrados a la prensa. Los Pulitzer reafirmaron que el buen periodismo es importante para fiscalizar al poder y mantener confianza en la democracia.

Por otro lado, lo contrario a la democracia es la corrupción. El presidente de Transparencia Internacional, el peruano José Ugaz, en una reciente reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa, señaló que la corrupción tiene un impacto negativo sobre la calidad democrática. Coarta los derechos fundamentales de la población y reduce el desarrollo social.

La corrupción no es una simple transacción irregular. Ugaz dice que la corrupción mata, enferma, genera desnutrición, produce analfabetismo, profundiza la pobreza, impide el desarrollo y afecta la gobernabilidad.

Nada mejor que Venezuela para ilustrar el problema. El régimen autoritario de Nicolás Maduro ocupa el puesto 166 de 178 posibles en el Índice Mundial de Percepción de la Corrupción. Brasil, consecuentemente, con el escándalo de Lava Jato, debería estar en peor posición que Venezuela. Sin embargo, su puesto 79 obedece al trabajo eficiente de la justicia para castigar a los corruptos.

Esta semana se conoció otro enorme anillo de corrupción. La “Lista Fachin”, en honor al apellido de un juez de la Corte Suprema, demostró que cinco presidentes constitucionales recibieron sobornos de la empresa de Marcelo Odebrecht, canalizados hacia sus respectivas campañas electorales.

Los 78 ex empleados de Odebrecht que siguen confesando sus crímenes para reducir sus sentencias, también denunciaron a un tercio del gabinete del presidente Michel Temer, a gobernadores, intendentes, a 39 diputados y 24 senadores. Todos son sospechosos de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero.

La justicia brasileña muestra el camino para combatir la corrupción rampante. Pero en un continente donde la justicia está secuestrada por el poder político, se necesitan remedios eficientes: crear agencias anticorrupción, destrabar el secreto bancario, acelerar leyes sobre extradición y crear formas eficientes de cooperación internacional.

Mientras tanto, la prensa, como quedó demostrado con los casos que merecieron los Pulitzer, sigue siendo una de las mejores auxiliares de la justicia, ayudando a que se reduzca la tolerancia ciudadana frente a la gran corrupción y generando presión contra las instituciones.
 

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