Reconozco que en nuestros centros de formación cristiana, escuelas y universidades, seguimos haciendo exhortaciones moralizantes, las cuales no pocas veces permanecen estériles porque no tienen raíces. Están cimentadas sobre las reglas y manuales que se deben cumplir y no sobre los principios que se han de interiorizar. Son puras formulaciones verbales sin efecto en la práctica. Nuestros muchachos a la hora de la verdad seguirán los dictados y solicitudes del mercado y no atenderán a esa otra lógica de los valores del reino, de la ética o de los derechos humanos.
Por otro lado, fuera de la escuela y la U, la TV colombiana difunde el modo de vivir de los narcotraficantes y “traquetos”. “Pareciera que fuera lo único que da la tierrita”. Muestran el ethos de quienes se enriquecen fácilmente acabando vidas y comunidades. Y ese será el referente de todos los demás. No se mirará el ethos de los derechos humanos sino la imagen que proyectan los medios masivos dominados por las élites de poder.
Todo parece indicar que en este país sólo si consumes tienes identidad. Su necesidad de consumo responde a la necesidad perversa de la economía de mercado para poder identificarse. Pregunto: Ante los medios masivos de comunicación; ante las masas que introyectan el ideal de lo fácil y torcido; ante la ruina del ethos, ante lo vano de los discursos moralizantes; ante la prioridad absoluta dada a la economía de mercado, ¿qué hacer para reconstruir una ética fundamentada en los derechos humanos que esté enraizada en un ethos cultural nuevo?
Lo primero será caer en cuenta de que no construimos una sociedad mejorando la economía, la alcaldía y la policía. Necesitamos un ethos común que no es otra cosa que crear normas de conducta social y de valores que trasciendan lo puramente moralizante. Valores, principios y criterios que lleguen a ser asimilados por la espontaneidad y se transformen en la normalidad de las relaciones sociales.
Allí es donde surge una economía humana y una seguridad adecuada para la sociedad sin distinción de los que tienen y los que no, como hace el mercado. Sólo desde ese nuevo ethos surgirá la alternativa a los referentes de nación y de trabajo hoy en vía de extinción. Justamente aquí es donde deben entrar el aporte de la doctrina social de la Iglesia, los valores del evangelio convertidos en hechos sociales y la sabiduría bíblica.
La educación en Colombia debe enseñar lo que nos servirá para la vida antes que el manejo de unas herramientas y técnicas a las que tendrán acceso sólo las élites. Lo que ayuda en la vida es saber relacionarse, saber actuar juntos. A esto se refiere la educación básica. Las matemáticas son muy necesarias, pero eso otro es mucho más importante.
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