Columna


¿Qué es Venezuela?

ARMANDO MERCADO VEGA

19 de mayo de 2017 12:00 AM

¿Es Venezuela una dictadura? Para contribuir al debate y, si es del caso, levantar algunas ampollas, sostendré que Venezuela no es una dictadura.

Si lo fuera tendría un partido único o hegemónico, donde la oposición sería ilegal o de fachada. En dictaduras los derechos políticos y libertades civiles están fuertemente restringidos, y la mayoría, sino todos los medios de comunicación, son estatales o están cooptados e intimidados por el gobierno. Ejemplos de estos autoritarismos son China y Arabia Saudí.

Pero Venezuela tampoco es la democracia donde se garantizan derechos políticos y libertades civiles. Democracia que permite la existencia de un sistema multipartidista, con alternancia periódica en el poder, partidos de oposición que no son de fachada ni son reprimidos y medios de comunicación más o menos independientes. 

¿Qué es Venezuela entonces? Es lo que los politólogos Andreas Schedler y Steven Levitsky llaman autoritarismo electoral o autoritarismo competitivo. Son regímenes híbridos de autoritarismos cerrados y democracias electorales, como Rusia o Kazajistán.

En Venezuela no existe un sistema de partido único ni hegemónico. Los partidos de oposición tienen el 56% de la Asamblea Nacional; en las últimas elecciones presidenciales el opositor Henrique Capriles sacó el 49% de los votos. Esto demuestra que la oposición no es de fachada.

Pero la oposición y algunos medios sí que sufren represión estatal, al punto que hoy existen presos políticos, el ejecutivo cooptó otras ramas del poder público e intentó quitar facultades a la Asamblea Nacional y postergar arbitrariamente las elecciones regionales por miedo a una derrota, como ocurrió en las legislativas de 2015.

El tránsito de Venezuela en los últimos 18 años de democracia electoral a autoritarismo electoral fue en parte producto de la polarización entre el gobierno y la oposición. En Colombia pareciera que algunos le habrían apostado a esto, en especial, sectores de la derecha que afirman que vivimos en una dictadura castrochavista igual de polarizada que Venezuela. Son los mismos sectores que afirmaban (o afirman) que aquí no había conflicto armado y los desplazados eran “migrantes”.

Esta desinformación tiene un propósito. Tenemos una democracia de baja calidad mas no una dictadura; no vivimos una polarización como la venezolana, pero sí una radicalización de sectores de derecha que buscan con su discurso engañoso y atemorizante extremar el debate electoral hasta el punto que, como en el mito griego del Rey Pigmalión, su profecía se autorrealice.

 

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