Columna


¿Qué hace la izquierda?

CRISTO GARCÍA TAPIA

26 de junio de 2014 12:02 AM


Fortaleciendo a la derecha; contribuyendo decisivamente a perpetuar su hegemonía en el espectro político del poder en Colombia; ayudándola a afianzar un modelo al cual, hipotéticamente, por principios y convicciones ideológicas, filosóficas y programáticas, debería oponer, en el formato y con las herramientas que le otorgan la democracia y nuestra institucionalidad, su ideario y sus contingentes.
Por esa y otras razones, no es entendible que nuestra izquierda sea la única en el mundo que, estratégicamente pareciera, se fracciona para apoyar y elegir un programa y un presidente de la derecha cuando, en igualdad de condiciones a los demás partidos y movimientos políticos en contienda, tuvo programa y candidato propios para aplicar a la presidencia de Colombia.
Y menos de entender resulta que, a cambio de nada, en menos de lo que canta un gallo acabara por subordinarse a un programa y candidato que contradice en todo cuanto había propuesto el discurso reformista e incluyente que le reportó a su candidata, en la primera vuelta, la no transable ni endosable votación de dos millones de electores.
Esa subordinación incoherente de esta izquierda nuestra de cada elección, es lo más parecido a un fraude ideológico, programático y ético, de esos a los que nos tiene acostumbrados la derecha que aquella pretende relevar del poder.
Pretendía, mejor, porque cada vez está más lejano el día en el cual la bandera de una propuesta reformista, incluyente, pluralista y modernizante de país enarbolada por la izquierda, flamee en la Casa de Nariño.
Igual que si lo hubiese hecho por Uribe/Zuluaga, la izquierda colombiana acabó de desnaturalizarse votando por el programa de Santos sin siquiera imponerle un punto del suyo y el compromiso de ratificarlo en reformas estructurales en la salud, la educación y el derecho al trabajo, entre otras, que se tradujeran en beneficios efectivos para el conjunto mayoritario de colombianos por el cual la izquierda pregona su discurso y su lucha.
A estas alturas de la consumación de la reelección, somos muchos los colombianos que no alcanzamos a digerir esos “apoyos por la paz” con los cuales la izquierda de la primera vuelta justificó el suyo a Santos y terminó subordinada a quien por convicción se encargará de extenderle su partida de defunción.
Y con ese boleto de expiración, a las opciones que surjan de los acuerdos de La Habana.
Así las cosas, es poco creíble que cuanto la izquierda “aportó en las urnas”, le sea retribuido. Ni que pueda “hacer valer” un aporte que ni siquiera le fue pedido y por tanto no implica reciprocidad ni obligación de parte de quien lo recibió en dación de pago por favores recibidos.
*Poeta


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@CristoGarciaTap

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