Columna


¿Qué será de nuestro dinero?

HÉCTOR HERNÁNDEZ AYAZO

02 de febrero de 2014 12:15 AM

El Distrito se prepara para endeudarse en gran cuantía. Doscientos cincuenta mil millones de pesos son bastante dinero, y razón suficiente para que la ciudadanía abra los ojos y vigile con lupa su destino.

En Cartagena nos acostumbramos a que el Distrito no acomete obras de envergadura y a ver inacabados o sin principiar modestos proyectos anunciados con inflada publicidad. Por eso terminamos resignados a que arreglos de pequeños parques o de una pista deportiva se muestren como grandes logros.

He insistido en que al rendir cuentas los gobernantes suelen llenar páginas de autoalabanzas, pero omiten decirnos puntualmente cuánto del dinero del pueblo se invirtió y cómo se invirtió. Allí tenemos todavía el cadáver insepulto de Edurbe sin que se aclare a dónde fueron a parar los cuantiosos recursos recibidos para múltiples obras que no se han ejecutado, como tampoco se nos ha dicho cuánto costó realmente cada casita entregada por Corvivienda.

Cartagena tiene una abultada historia de frustraciones y vive el deporte de resucitar proyectos sólo en discursos. Así hemos gastado décadas hablando de la central de abastos y ni con orden judicial se materializa el traslado del mercado del mismo modo que las nuevas vías quedan en pura imaginación. Y los hirientes testimonios de la incuria aparecen por doquier como el inconcluso paseo peatonal de Marbella o el viejo puente Heredia sobre el que se dijo que existía premura en demolerlo por potísimas razones ambientales.

Lamentablemente los habitantes que percibimos que esa postración se debe a malas administraciones no obramos en forma congruente y a cada elección repetimos el error de escoger personas inadecuadas para manejar la ciudad. Si los habitantes obráramos según lo que padecemos, la mayor parte de los concejales no habrían sido elegidos o reelegidos.

Ahora enfrentamos el riesgo que esa elevada suma de dinero que se proyecta tomar en préstamos, doscientos cincuenta mil millones de pesos, se distribuya en ripios para retribuir la aprobación del endeudamiento por los concejales y su destino final se vuelva incierto.

La ciudadanía debe exigir que esos dineros se destinen solo a precisos proyectos importantes y que se tomen medidas eficaces para que el empréstito no se diluya en pequeñas órdenes de invisibles obras que dejan a la ciudad endeudada y sin progreso. Hay justificada y creciente desconfianza en la administración pública y en especial en el Concejo pues muchos de sus integrantes son vistos como halcones entendidos en el arte de desguazar presupuestos.

Hace falta que actúe la sociedad civil para garantizar el buen empleo de ese cúmulo de dinero.

h.hernandez@hernandezypereira.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS