Olga Amparo Sánchez Gómez, trabajadora social y feminista, escribió para el portal Razón Pública, un artículo acerca de la violencia de género, diferenciando la violencia contra las mujeres con el feminicidio, ubicando éste último en el estatus de “Crimen político”, pues no se trata solo del homicidio cometido por los varones hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres, sino que también lleva implícita la responsabilidad del Estado (ya sea por comisión de delitos, laxitud en aplicar sanciones a los autores de estos delitos o la omisión en brindar la protección debida a las mujeres como ciudadanas sujeto de derechos) .
En el artículo, su autora habla de las dimensiones de la violencia contra las mujeres: 1) La violencia contra ellas a causa de saber amar, 2) La violencia como consecuencia de la lucha de poder entre los sexos (aquí no aborda el Feminicidio).
En sus propias palabras la sociedad “viola y controla el cuerpo de las mujeres para apropiarse de su libertad, de su amor y de su autonomía (…) como dice Ann Jonasdotir, la relación socio-sexual que predomina en las sociedades actuales, es una en la que el poder del amor de las mujeres, entregado libremente, es explotado por los hombres (…) Las violencias contra las mujeres son prácticas sociales sistemáticas, que no solo mantienen la desigualdad socio-sexual sino que perpetúan una forma específica de encuentros e intercambios de los varones con las mujeres.”
Me atrevo a afirmar que todas las mujeres en algún momento de nuestras vidas hemos sufrido violencia de manera física o psíquica, de parte de nuestra pareja, en lo laboral o en cualquier otro espacio, y si bien es cierto, con el pasar de los siglos el reconocimiento y respeto por los derechos de las mujeres ha mejorado considerablemente, el camino que queda por recorrer y la lucha que nos espera es ardua. Los crimines, el maltrato, la discriminación y el abuso, continúan.
Tratándose de feminicidio, violaciones, prostitución forzada, aborto y embarazo forzado, el compromiso lo debe asumir el Estado, reforzando sanciones para autores de estos delitos, procurando “disuadir” a los victimarios. No bastan discursos y marchas con gente de la farándula, se requieren programas serios, de lo contrario, estos flagelos seguirán.
El compromiso corre por nuestra parte respecto a la otra dimensión de la violencia contra la mujer “a causa de saber amar” y ese control sexual y afectivo del que muchas son víctimas. No hay que temer en denunciar a la persona que nos violenta (física o psíquicamente), y de haber con ella algún vínculo afectivo, tomar la decisión de alejarnos.
Son muchos los casos de mujeres que denuncian a su pareja, luego se arrepienten sea por temor a soltar, a quedarse “desprotegidas” o por las represalias que puedan padecer y terminan retirando la denuncia y volviendo con su agresor. Si le estamos exigiendo a la sociedad que no nos someta, en este sentido nosotras también debemos entender que si queremos un cambio, debemos comenzar nosotras a propiciarlo, cambiando de actitud y de forma de pensar, llenándonos de amor propio y de valor para quemarles a ELLOS –como dice la canción-, sus “puños de acero”.
Comentarios ()